lunes, 23 de abril de 2012

CINEFÓRUM DE SOBREMESA (porque el cine nos alimenta...)
Hoy: El viento , (Victor Sjöström, 1928)

La historia de 'The wind (El viento)' comienza con una fascinación, la que le produjo a  Lillian Gish el personaje de Letty Mason en la novela de Dorothy Scarborough, esa ingenua joven de Virginia que deja su apacible vida en el este para ir a vivir con su primo en un rancho del duro oeste tejano. Un papel que se adecuaba a la perfección a la actriz, indiscutible reina del melodrama triste desde hacía más de una década.

Por aquellos años la posición de Gish era muy fuerte, en la cima de su carrera y siendo la estrella femenina mejor pagada de la MGM, Irving Thalberg le permitía escoger guiones, directores y reparto, de modo que no tuvo muchas dificultades para que, ante su insistencia, el estudio admitiera rodar la película. Un hecho notable, por lo que supone de sensibilidad e inteligencia de la actriz para elegir un proyecto insólito para Hollywood y que nos permite disfrutar de una de las mejores obras del final del cine mudo.

Pero no sólo en la elección de la obra mostró inteligencia y valentía. Para su dirección  escogió a Victor Sjöström, rebautizado Seastrom en Hollywood, donde había llegado en 1923 cuando la producción en Suecia declinaba y en los Estados Unidos andaban a la caza del talento y el prestigio europeos. Con él había realizado un año antes 'The scarlet letter (La mujer marcada)', una de las seis películas que para entonces había dirigido Sjöström, entre ellas 'He who gets slapped (El que recibe el bofetón)', con Lon Chaney y 'The divine woman (La mujer divina)' con Greta Garbo. A él le dio así la oportunidad de dirigir su obra maestra americana.


También quiso repetir con Lars Hanson, con quien igualmente había trabajado en 'The scarlet letter' y que interpretaría a Lige, el tosco ranchero con quien se casa Letty, porque no puede hacer otra cosa en una sociedad en la que la mujer es subsidiaria de un hombre, de cualquier hombre.
 
La propia  Lillian Gish escribió un primer esbozo de cuatro páginas con la idea general, a partir del cual Frances Marion realizó el guión, lo que da muestras de su alto grado de implicación y responsabilidad en el proyecto.

Pero hay todavía otro personaje que no fue elegido por la actriz, sino que venía impuesto por la novela y que se convierte en el auténtico protagonista: el viento, ese viento que vuelve locas a las personas. Su presencia no sólo es constante y agobiante, sino que es fundamental para lograr entender el grado de desesperación al que llega la protagonista. Sjöström demuestra su calidad en el manejo psicológico de ese personaje al que podemos escuchar aunque la película no tenga sonido, que es capaz de susurrar, de gritar, de llamar a una puerta, de ser un caballo desbocado que vive en las nubes, de resucitar a los muertos... Su aliada es la arena, claro, ese instrumento que utiliza como arma contra quienes han osado establecerse en sus dominios.


Opinaba Jerzy Toeplitz: "El conflicto entre los personajes y los distintos temperamentos se aviva y se intensifica con el viento, que sopla constantemente. En la película, el viento es un recurso esencial de la dramaturgia."

El viento, la arena, el desierto de Mojave, al sur de California, donde se rodó la película, los grandes ventiladores empleados... todo ello convirtió el rodaje en una experiencia muy dura. Cuenta Lilian Gish:

"Trabajar en 'El viento' fue una de las peores experiencias en el cine. Con ocho hélices de aeroplano, me soplaban arena encima y también usaron potes de azufre para provocar el efecto de una tormenta de arena. Me quemé y corrí el peligro de quemarme los ojos. El sol abrasador me quemó el cabello, y el humo del azufre y la arena casi me lo destrozan." 


Se dice que la temperatura llegó a alcanzar casi 49 grados. Esto hizo que tuvieran que guardar los rollos de película  entre hielo, para evitar que se deformara.
Este calor fue un problema constante. Lillian Gish se hizo una quemadura bastante grave en la mano al tocar la manilla de una puerta. El resto del equipo también sufrió lo suyo. Como las hélices soplaban aire caliente, la arena y el humo eran tan peligrosos que se vieron obligados a llevar ropa de manga larga (¡con 49 grados!), gafas, pañuelos al cuello y un maquillaje especial cada vez que los aparatos estaban en funcionamiento.

En un principio el guión conservaba el final original y trágico de la novela, en el que la protagonista, tras los sucesos ocurridos en la cabaña se adentra en la tormenta de arena y es arrastrada por el viento en su delirio. Pero los distribuidores y los propietarios de salas de cine se negaron a aceptar ese final y forzaron su cambio por otro feliz y poco consecuente, en el que el amor llega a la pareja protagonista y con él se disipan los miedos y las angustias. Parece que ninguno de los responsables directos estaban muy de acuerdo con este cambio. Dice Lilian Gish:

"Cuando la terminamos, pensamos que teníamos una buena película. Y también Irvin Thalberg. Pero los exhibidores dijeron 'no' a un final triste, con la mujer que corre al desierto para morir. Decían que un final triste podía arruinar mi carrera... ¡Y yo ya había hecho siete!. Nos obligaron a añadir un final feliz, aunque pensáramos que era moralmente injusto. Pero incluso con este final, la película ha superado la prueba del tiempo."


De cualquier modo, los cambios no tuvieron ningún efecto para la taquilla y la película resultó un terrible fracaso. La crítica de la época se cebó maliciosamente en la película -tal como comentó Variety- y los espectadores se rieron de ella, sobre todo en las escenas más dramáticas interpretadas de forma extraordinaria por Lillian Gish.

Resulta curioso que un fracaso comercial tan notable haya podido pasar a la historia como una auténtica obra maestra y que hoy se pueda ver con tanto placer, pero hay que tener en cuenta que 'El viento' llegó a los cines en 1928. En aquel momento ya existía el cine sonoro y el gusto del público había sufrido una transformación drástica en muy poco tiempo. El melodrama mudo parecía anticuado sin remedio, ya casi pertenecía a otra época, y eso no pudo paliarlo ni siquiera la adición de sonidos y una canción con un título tan cursi como "Love Brought the Sunshine".


Un mal momento para una película de calidad indudable que, junto con el final definitivo del cine mudo y la supremacía total del sonoro, tuvieron graves consecuencias para el director y sus dos actores principales: ni Victor Sjöström ni Lillian Gish consiguieron repetir nunca sus éxitos anteriores. Sjöström regresó a Suacia, igual que haría Lars Hanson, donde acabó trabajando de actor de cine. ¡Cómo no recordar su papel de viejo profesor en 'Fresas salvajes' de Ingmar Bergman (a la que ya dedicamos un merecido Cinefórum)! Ése fue, probablemente, su papel más conocido. Después de debutar en el cine sonoro con una película que también fue un fracaso, Lillian Gish actuó durante muchos años en el teatro. En los años cuarenta inició una segunda carrera en el cine, encarnando sobre todo maternales papeles secundarios.



En el próximo Cinefórum hablaremos de... Una verdad incómoda


El lunes 7 de mayo hablaremos sobre un documental tan famoso como polémico. En 'An Inconvenient Truth (Una verdad incómoda)', dirigida en 2006 por Davis Guggenheim, el ex-vicepresidente estadounidense Al Gore, reconvertido en activista ecológico, da un repaso considerable a nuestras sociedades y su comportamiento con el planeta.

Si queréis ampliar información sobre la película, podéis empezar por la wikipedia, donde encontraréis algunos datos y referencias polémicas

En filmaffinity encontraréis las críticas de un buen puñado de usuarios... y más polémica.

Aquí podréis encontrar una entrevista con Al Gore sobre el tema.

Y por último un compa bloguero, a los que siempre nos gusta hacer publicidad: El gabinete de cinemagnificus

Si queréis ver el documental en mala calidad, podéis hacerlo aquí. Abajo os dejamos el trailer.




2 comentarios:

  1. ¡Qué extraña película| Me resulta comprensible no obstante, su fracaso en taquilla, era quizá el primer ensayo de cine "físico", ese en el que naturaleza y el ambiente tienen una participación esencial, y del que los italianos de los 50-70 fueron unos maestros. Solo que el maestro sueco lo hace en mudo, lo que tiene más valor todavía.

    El eminente compañero bloguero Jesús Corté acaba de dedicarle un sesudo post a la etapa muda sueca de Sjostrom, que parece esconder tesoros por descubrir: http://postcefalu.blogspot.com.es/2012/04/dalecarlia.html

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  2. Es curioso como según leía tu excelente entrada no dejaba d pensar en la película de Hitchcock, "Los pájaros". Salvando las distancias, ese viento aterrador me sugiere las nubes de pájaros que aterrorizaron al pueblo. La angustia creada por un aluvión que venía del cielo y los barría introduciéndose en sus hogares y en sus vidas.
    La muerte del cine mudo fue rápida y apenas dolorosa, quizás esta película sea una de esas muestras de la agonía del mudo. Pero no duró mucho, el público se adaptó inmediatamente al sonoro.
    un saludo

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