viernes, 29 de abril de 2011

Reto 15

Después de la santa semana, volvemos con el reto de los viernes, todos los protagonistas están en el fotograma, incluidos los dos principales...





De momento no doy más pistas que habéis demostrado muchas veces que no son necesarias, pero las daré mas adelante si la cosa no avanza.



Como siempre, hay tres, dos y un puntos para los más rápidos en acertar la película a la que pertenece el fotograma. Para dar vuestras respuestas, utilizad este formulario:



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martes, 26 de abril de 2011

Cine y videoclips: Queen, Michael Jackson y 30 Seconds to Mars

¿Por qué se habrá colado aquí
esta imagen de Marlene Dietrich?
Hacía tiempo que no revisamos el género. Esta vez vamos a hacer un poco de historia: nos remontaremos a uno de sus hitos, la grabación de Bohemian Rhapsody, de Queen. Aunque la banda ya había grabado algunos vídeos promocionales, es a partir de esta grabación que se volvió una práctica habitual de las discográficas acompañar el lanzamiento de un single con un cortometraje musical. El vídeo fue dirigido por Bruce Gowers, que ya había realizado alguna colaboración con la banda. A partir de aquí se le puede seguir la pista como director televisivo, especialmente ligado al espectáculo musical.


Otro hito en la historia del videoclip fue, sin duda alguna, Thriller. Una reinvención del género, que no se limitaba a la promoción del sencillo. El guion homenajea las historias de terror, con muertos vivientes y hombres lobo, presentando una coreografía característica y frecuentemente imitada. Para entonces, la MTV contaba con un par de años de rodaje y apostó por la grabación de este carísimo proyecto dirigido por John Landis.



El último vídeo que os traigo hoy es The Kill, de la banda californiana 30 Seconds to Mars. Como en los anteriores, también aquí hay un claro homenaje al cine, en este caso a la película El resplandor (The Shining, 1980), de Kubrick. El guitarrista, vocalista y compositor de la banda, Jared Leto, es precisamente el director del videoclip, aunque lo firma con el alias Bartholomew Cubbins. Polifacético artista. No se porta mal detrás de la cámara, tampoco delante, y de voz no anda corto. Pero no voy a decir que no me gusta su música, no vaya a ocurrirme lo que a Elijah Wood. Que sí, que me gusta mucho, eres un tío cojonudo, ¿vale? Sin rencor...


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miércoles, 20 de abril de 2011

CINEFÓRUM DE SOBREMESA (porque el cine nos alimenta...)
Hoy: La balada del soldado, (Grigori Chukhrai, 1959)

Al igual que al protagonista de 'Ballada o soldate (La balada del soldado)', en su camino a casa, le suceden un montón de situaciones inesperadas, la realización de la película le supuso a su director Grigori Chukhrai enfrentarse a los más diversos contratiempos.

Pero, para empezar, pongámonos en situación. Estamos en la Unión Soviética en 1959. Han pasado 6 años desde la muerte de Iósíf Stalin, durante cuyo mandato (que recordemos, abarcó desde 1924 hasta 1953) los procesos culturales se vieron sometidos, cada vez en mayor medida, a un férreo control y censura. Tras la muerte de Stalin y el ascenso al poder de Nikita Jrushchov, éste intentó distanciarse de su predecesor, denunciado incluso, en 1956, el culto a la personalidad y las purgas que había llevado a cabo Stalin. Jrushchov buscaba que dos posiciones ideológicas enfrentadas como son el capitalismo y el comunismo lograran una coexistencia pacífica. Se produjo una cierta apertura en todos los ámbitos, lo cual incluía los culturales, permitiendo una mayor espontaneidad y generando mejores condiciones para la creación artística. Pero la apertura no fue completa. Podríamos decir que se entreabrió la puerta.

En medio de este ambiente de cambios, estaban ansiosos por poner sobre la mesa todas sus ideas tanto viejos cineastas que tenían guiones almacenados acumulando polvo, como los jóvenes salidos de escuelas como la VGIK.

En dicha escuela se graduó en 1953 Grigori Chukhrai. Aunque empezó trabajando en Kiev como asistente de dirección, en 1955 Ivan Pyriev y Mikhail Romm le ofrecieron volver a Moscú para trabajar en el estudio Mosfilm. En 1956 rodó su primera película como director: 'Sorok pervyy (El cuarenta y uno)', con la que obtuvo un gran éxito y ganó el premio especial en el Festival de Cannes.

Los problemas para Chukhrai empezaron desde el momento en que presentó el guión, escrito junto con Valentin Ezhov, a sus superiores de Mosfilm. Lo acusaron de ñoñería, de tema insignificante, de asunto baladí. Al principio no estaban por la labor de dar el visto bueno al rodaje de la película. Chukhrai defendió su guión diciendo que no era un tema insignificante, que estaba basado en hechos que les habían ocurrido a unos amigos suyos que no pudieron regresar de la guerra. Tenía que hacer una película sobre sus amigos caídos. Al final, el Consejo Artístico aprobó 'La balada del soldado'.

Quería rodar con actores elegidos por él, pero le impusieron a otros artistas, pertenecientes al "star system" soviético. A Oleg Strizhenov, con quien ya había trabajado en 'El cuarenta y uno', le dieron el papel principal. Y a Liliya Aleshnikova el papel de Shura.

El primer día de rodaje, el director sufrió un accidente rodando una escena y tuvo que ser hospitalizado. Estuvo bastante tiempo ingresado y se dedicó a pensar, a reflexionar sobre lo que estaba haciendo, con la convicción de que había algo que no funcionaba.
Finalmente llegó a la conclusión de que tenía que cambiar a los actores. Tras varias broncas con sus jefes, se salió con la suya.

Decidió escoger a dos actores que no hubieran rodado aún ninguna película. Para el papel de Alyosha eligió a un joven estudiante de segundo curso de la VGIK, Vladimir Ivashov, alumno de Romm. Para interpretar a la chica escogió a Zhanna Prokhorenko, que acababa de empezar sus estudios en el Teatro de Arte Académico Gorki. Así como la contratación de Ivashov no le dio ningún problema, la de la muchacha no fue tan sencilla. Primero tuvo que convencer a la madre de la chica, ya que ésta era menor de edad. Radomyslenskiy, el rector del colegio escénico del Teatro de Arte Académico Gorki, se negó a dejar actuar a Zhanna Prokhorenko, añadiendo que si iba, sería expulsada de forma inmediata de la residencia y de la escuela. Tras hablar con ella y proponerle cambiar a la VGIK para poder actuar el el film, ella y su madre aceptaron.

Tras todos estos avatares, pero satisfecho de su decisión, Chukhrai retomó el rodaje. Y de nuevo, en el primer día de rodaje, otro percance. El director empezó a encontrarse mal y comprobó que tenía 42º de temperatura. En el hospital le diagnosticaron fiebre tifoidea. Cuando se recuperó y volvió al lugar de rodaje, le habían preparado un motín. El equipo se negaba a seguir trabajando con Zhanna Prokhorenko y a Vladimir lvashov, alegando que no eran actores "de verdad" y que no querían filmar en un "Círculo Infantil". El director les dijo que vale, que si se querían ir, que se fueran. Que ya encontrarían una película que les agradase. Y, efectivamente, la mitad del grupo abandonó el rodaje.

Tras lograr reunir a otras personas, continuó la filmación. Para rodar la escena en que Alyosha se despide de Shura desde el tren, la directora de fotografía Era Savelyeva insistió en poner lámparas sobre los vagones, para iluminar la cara del héroe. Pero el tren se movía y el enchufe tenía que estar conectado a un generador que no se podía mover, por lo que tuvieron que inventar un método para que se desnfuchara solo. Probaron y funcionó, pero en el momento del rodaje el enchufe no se desconectó. Las lámparas avanzaron por la plataforma, derribando a la gente. Una mujer sufrió una conmoción cerebral y tuvo que ser hospitalizada. Aparecieron los ingenieros encargados de la seguridad de las filmaciones para averiguar qué había pasado. Chukhrai asumió la responsabilidad, pero Era Mijáilovna culpó al maquinista. Sin embargo, el director insistió en que él era quien daba la orden de rodar y el responsable final de todo lo que ocurriera durante el rodaje. Al final, fue absuelto.

Pero la relación con Era Mijáilovna había tocado fondo. Chukhrai le echó en cara que a ella no le gustaba la película y que había organizado reuniones donde decía que el guión era amoral y que no debía formar parte de la cinematografía soviética. Además le dijo que no quería trabajar con traidores y que ella lo era, que había traicionado al maquinista. Así, fue sustituida por Vladimir Nikolayev.

Al final consiguieron finalizar 'La balada del soldado' en el plazo previsto y se la mostraron al director de Mosfilm, que ya no era Pyriev sino Vladimir Surin. Cuando Chukhrai le dijo a Surin que vendría bien repetir alguna escena, que sería barato, Surin le respondió: "Yo le daría cuatro veces más dinero, si hubiera filmado una película, pero esto no es película". Llamó a los distribuidores y les proyectó el film. Éstos desecharon la película alegando que era insolvente, que no se podía ganar nada exhibiéndola.

Surin le puso como condición para mostrar la película al público que hiciera diversos cambios, que quitara varias imágenes. El director se negó a modificar nada.
Llevaron el caso a una Asamblea General del Partido. Allí dijeron que el Partido ordenaba filmar películas sobre temas contemporáneos y que esa no lo era. Chukhrai les respondió que su película era de actualidad, que sus heridas no habían sanado, que se seguía llorando a los muertos. Según cuenta el propio director: "lo que más me agravió fue que más de la mitad de ellos no habían visto la película, pero todos convenían de buena gana en que yo había rodado un filme antipopular, antisoviético y contra el ejército. Y votaron a favor de mi expulsión del partido."

Y la película quedó en un estante, no se estrenó. Al cabo de un tiempo el Comité Central del Partido permitió mostrar la película, pero no en todas las ciudades. Su exhibición quedó prohibida en las capitales y en las grandes ciudades. Pero en otros lugares sí se permitió su proyección. Cuando Chukhrai mostró su sorpresa ante esta situación y preguntó: "Si en este filme hay ponzoña, ¿por qué "alimentar" con él a los koljosianos y a los obreros, y no mostrarlo en las grandes ciudades?", le respondieron: "Porque allí hay cosas cuestionables y si alguien escribe al Comité Central, debemos reaccionar. Lo hacemos por su bien". A lo que el director repuso: "Eso no es por mi bien. Considero que han cometido un crimen. Hasta la vista".

Poco después el Comité Central citó al director para comunicarle la decisión de llevar la película a Cannes, donde optó a la Palma de Oro. Fue muy bien recibida en todos los lugares donde se exhibió, obteniendo premios en San Francisco, Copenhague e Inglaterra. Además, recibió una nominación al Oscar a mejor guión original.


En el próximo Cinefórum hablaremos de...
"Valor de Ley (Versión de 1969, de Henry Hathaway)"


Hace unos días sugirió Ricar2 cambiar el día de celebración del Cinefórum al martes para que no estuviera tan cerca del Reto de los viernes. Tras pensarlo, hemos decidido hacer caso y moverlo de día, pero en vez de los martes, lo vamos a poner los lunes. Eso sí, mantenemos lo de que sea cada dos semanas. 

Así, el siguiente Cinefórum tendrá lugar el Lunes 2 de mayo.

La película elegida para ese día es 'True Grit (Valor de Ley)', película dirigida en 1969 por Henry Hathaway y que ha vuelto a la palestra por la reciente versión que han hecho de este western los Hermanos Coen.


Aquí tenéis unos enlaces en los que se habla de esta película:

- En El Blog de Hildy Johnson encontramos una crítica interesante.
- También encontramos una reseña de este film en Blog de Cine.
- Os recomendamos consultar la edición en inglés de Wikipedia.
- Y, como siempre, puede resultar de interés leer los comentarios de Filmaffinity.

Aquí podéis ver 'Valor de Ley' en su versión doblada. Aunque gana mucho en V.O.S. y con mejor calidad, si no tenéis otra copia a mano esto es mejor que nada.

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martes, 19 de abril de 2011

Aperitivo al Cinefórum: La balada del soldado

Alyosha, Alyosha!!!!

Es el grito de una madre que sobrevive trabajando en el campo en tiempo de guerra, que es avisada de que su hijo como premio ante su heroismo en el frente ha sido premiado por los mandos superiores con unos días de permiso para poder visitarla.

En pocas ocasiones una película que tiene un inicio eminentemente bélico, de catástrofes, de acciones militares donde prevalece la miseria y la aniquilación humana, da un giro tan sorprendente para ensalzar los valores humanos más bellos: el amor a su madre, el arraigo por sus raices y, por consiguiente, su tierra natal, el alto grado de implicación con los problemas de sus semejantes y la solidaridad para con ellos.

En el camino que nuestro protagonista recorre desde el frente hasta su localidad natal, se encontrará con numerosas situaciones. En las mismas podemos denotar la honradez, sencillez y solidaridad de Alyosha que antepone las complicaciones ajenas a sus intereses sin dar importancia. Tambien hay tiempo en esos tres dias de viaje para conocer el amor de verdad y podemos ver cómo la crueldad de la guerra afecta a las vidas de la gente; Alyosha no será una excepción.

El director Grigori Chukhrai usa un método narrativo muy funcional donde las imágenes priman por encima de los diálogos, la mayoria de los planos expresan diversos sentimientos o valores humanos y no necesitan más artificios. El manejo de distintos planos medios y cortos sobre todo, donde la expresión de los personajes o el aire recorriendo rostros de los enamorados mientras transcurre el viaje, o los rostros de los personajes (véanse la mujer infiel o Shura enamorada y admiradora de Alyosha, o la cara de desesperación de la madre mientras corre campo a través) son una delicia para los aficionados al cine.

Alguien me dijo una vez que existe cierto paralelismo entre el personaje de Alyosha y el de George Bailey (James Stewart) en 'Qué bello es vivir' y, ahora que lo pienso, tal vez tengan razón. La humanidad que desprenden ambos personajes y la perseverancia por hacer prevalecer los valores de las personas por encima de las situaciones adversas les acerca mucho.


En definitiva, 'La balada del soldado' un film antibelicista donde se nos quiere dejar claro lo absurdo y vano de la guerra pero contado de una forma ligera y fácilmente asimilable por el espectador. Por todo esto os invito a ver esta maravilla, si es que aún no lo habéis hecho, y a comentarla mañana en el Cinefórum.

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viernes, 15 de abril de 2011

Reto 14


Como podéis ver, esta semana volvemos a los aviones. Nuestro protagonista no sale en el fotograma, pero como pista os digo que está en la sala disfrutando de la película proyectada (de la peli que está viendo no hace falta que me deis el título jajaja). De momento no doy más pistas que está la cosa bien fácil y no creo que las necesitéis.

Como siempre, hay tres, dos y un puntos para los más rápidos en acertar la película a la que pertenece el fotograma. Para dar vuestras respuestas, utilizad este formulario:

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Suerte a todos.

IMPORTANTE: La semana que viene, como creemos que no habrá muchas ganas de andar pendientes de retos y demás, suspendemos nuestra cita semanal. El siguiente reto tendrá lugar dentro de dos semanas.
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miércoles, 13 de abril de 2011

Cronología del cine (10) 1939

ESTADOS UNIDOS. Victor Fleming se convierte en el director americano del año, dirigiendo 'The Wizard of Oz (El mago de Oz)' y 'Gone With the Wind (Lo que el viento se llevó)', considerada la primera película en la que el cine en color adquiere toda su plenitud. La primera obtuvo los Oscar a mejor canción original y banda sonora de un total de seis nominaciones. La segunda obtuvo ocho de sus trece nominaciones, entre ellas mejor película, mejor director y mejor actriz para Vivien Leigh.

Frank Capra le hinca el diente a la política con 'Mr. Smith Goes to Washington (Caballero sin espada)', en la que James Stewart borda su papel.


Y siguiendo con la comedia, Gregory La Cava rueda con Ginger Rogers la moralista '5th Avenue Girl (La muchacha de la Quinta Avenida)'.

Por su parte Ernst Lubitsch nos descubre la risa de Greta Garbo en la deliciosa 'Ninotchka'.

Dirigida magistralmente por Howard Hawks, en 'Only Angels Have Wings (Sólo los ángeles tienen alas)' Cary Grant encarna a un intrépido piloto al que le da la réplica Jean Arthur, logrando una de las grandes cumbres del género de aventuras. Rita Hayworth tiene su primer papel de importancia.

También el cine negro tuvo su obra maestra este año con 'The Roaring Twenties (Los violentos años 20)' de Raoul Walsh, con un James Cagney empujado al delito por las circunstancias, y un amoral Humphrey Bogart.


Los años jóvenes del primer presidente republicano que tuvieron los Estados Unidos, la Guerra de la Independencia, o la grandiosa obra maestra que redefinió el western poniéndolo nuevamente en valor, todo lo tocado por John Ford se convierte en oro puro, y 1939 en el año que supuso su consagración como maestro. Nada menos que 'Young Mr. Lincoln (El joven Lincoln)', 'Drums Along the Mohawk (Corazones indomables)' y 'Stagecoach (La diligencia)', empezando así a revisar la historia de su país como nunca nadie lo había hecho. Y con él John Wayne y Henry Fonda, dos actores que le acompañarían posteriormente, y un buen número de portentosos secundarios.


También Michael Curtiz tiene una año excepcional, abordando el biopic histórico en 'The Private Lives of Elizabeth and Essex (La vida privada de Elizabeth y Essex)', con un apuesto Errol Flynn como Conde de Essex y una soberbia Bette Davis como Isabel I de Inglaterra; repitiendo con Errol Flynn y Olivia de Havilland en 'Dodge City (Dodge, ciudad sin ley)' y completando con una comedia dramática, 'Daughters Courageous (Hijas valerosas)'.


La academia premió con el Oscar el extraordinario trabajo de Bette Davis en 'Dark Victory (Amarga victoria)', dirigida por Edmund Goulding, en la que vemos cómo afrontar lucidamente los últimos días de la vida.

También Ronald Colman tiene sus días contados en 'The Light That Failed (En tinieblas)', de William A. Wellman, pero en su caso lo que se le avecina es una ceguera que le puede impedir terminar su obra maestra. Pero si por algo se le recuerda a Wellman este año es por 'Beau Geste', una de aventuras con Gary Cooper de legionario francés.


William Wyler lleva a la pantalla el novelón de Emily Brontë 'Wuthering Heights (Cumbres borrascosas)', con la que sin saberlo, y con una distancia sideral, claro, sentó las bases del culebrón moderno.

Más aventuras, esta vez Henry King y Otto Brower nos narran la historia del famoso misionero escocés y el periodista que da con él en 'Stanley and Livingstone (El explorador perdido)'.

Y siguiendo con personajes históricos nos llega 'Jesse James (Tierra de audaces)', de Henry King. Tyrone Power y Henry Fonda mano a mano en una de las mejores películas sobre el legendario bandido.


Primera de las versiones que haría Leo McCarey de 'Love Affair (Tú y yo)', en esta ocasión con Irene Dunne y Charles Boyer en un drama romántico con un final para humedecer la platea.

Y la misma pareja repite en otra cinta romántica, 'When Tomorrow Comes (Huracán)' de John M. Stahl.

Cary Grant, Victor McLaglen y Douglas Fairbanks Jr. se enfrentan a los temibles tags de la India en 'Gunga Din', de George Stevens.


Este año la animación viene de la mano de Dave Fleischer con el clásico de Jonathan Swift 'Gulliver's Travels (Los viajes de Gulliver)'.

Adelantándose a la obra maestra de Ford, también Lewis Milestone trató la América de la Gran Depresión y también lo hizo llevando a la pantalla una obra de Steinbeck, en 'Of Mice and Men (La fuerza bruta)'.

Gary Cooper y David Niven con un puñado de hombres se ocupan de proteger a los nativos de Manila en 'The Real Glory (La jungla en armas)', un clásico de aventuras del maestro Henry Hathaway.

George Cukor, referente inigualable en el tratamiento de personajes femeninos, les da el protagonismo exclusivo en la estupenda comedia 'The Women (Mujeres)', con Joan Crawford, Norma Shearer y Rosalind Russell.


En el musical 'Babes in Arms (Los hijos de la farándula)', dirigido por el especialista Busby Berkeley, Judy Garland y Mickey Rooney tienen una de sus más famosas colaboraciones.

George Marshall dirige el atípico western 'Destry Rides Again (Arizona)', con grandes dosis de comedia, un James Stewart en el papel de pacificador contrario a la violencia y con una cabaretera inigualable, Marlene Dietrich.


Henry Koster estrena 'First love (El primer amor)', con romance entre Deanna Durbin y Robert Stack.

'The Hunchback of Notre Dame (Esmeralda, la zíngara)' quizá sea la mejor adaptación de la obra de Victor Hugo "Nuestra Señora de París" llevada a la pantalla. Dirigida extraordinariamente por William Dieterle, con una soberbia interpretación de Charles Laughton y una bella Maureen O'Hara, recién llegada a Estados Unidos.


ESPAÑA. El 1 de abril acaba la Guerra Civil, con la victoria del bando franquista. La producción cinematográfica de este año en España nos viene casi en su totalidad de manos de los vencedores.

Ocupación cinematográfica de Barcelona (en enero) y Madrid (en marzo) por parte del bando franquista. La presencia del cine en estas ciudades era enorme, por lo que hubo que diseñar un plan de ocupación cinematográfica, aparte de la ocupación militar. Se planifican cuatro fases: represión (depuración de la cinematografia republicana), propaganda (proyección de películas políticas), normalización (retorno de la industria a la situación empresarial anterior a la según ellos "revolución anarquista y marxista") y retórica (rodaje de una película conmemorativa que difunda la ocupación de la ciudad).

El Ministerio de la Gobernación crea en julio una Sección de Censura dependiente de la Jefatura del Servicio Nacional de Propaganda, entre cuyos fines cuenta revisar los guiones cinematográficos.

Se crea el Sindicato Nacional del Espectáculo, órgano encargado de conceder el crédito sindical cinematográfico, que podía ascender al 40% del presupuesto total.

Julián Torremocha dirige 'Amores de juventud', comedia de enredo producida por un proveedor y fabricante de uniformes militares al bando republicano.

Entre la producción franquista en Berlín podemos destacar 'La canción de Aixa', dirigida por Florián Rey, y 'Mariquilla Terremoto', de Benito Perojo.


Edgar Neville rueda el cortometraje documental 'Vivan los hombres libres', a través del cual el director transmite la idea de un gobierno republicano que tortura a todo aquel que no está de acuerdo con él y que ha perdido la legitimidad debido a su vinculación con el comunismo. En Italia dirige 'Carmen fra i rossi (Frente de Madrid)', basada en una novela corta del propio director.

André Malraux y Boris Peskine consiguen terminar 'L'espoir (Sierra de Teruel)', coproducción hispano-francesa que contó con financiación del gobierno de la República y que no se pudo estrenar hasta 1945.


Continúa la colaboración italiana con la causa franquista a través del Istituto Nazionale Luce, que en 1939 produce algunos cortos documentales, como 'Assedio di Barcelona', 'No pasarán' y '¡España una, grande y libre!'

Se estrena 'Los cuatro Robinsones', de Eduardo G. Maroto, basada en un texto Pedro Muñoz Seca.

ALEMANIA. Karl Ritter dirige varias películas que contribuyen a la causa franquista de la Guerra Civil Española: 'In Kampf Gegen den Weltfeind', 'Legion Condor (Forja de héroes)' y 'Kadetten'.

FRANCIA. Nace el Festival de Cannes: El Festival Internacional de Cine fue creado por iniciativa de Jean Zay, ministro de Educación Pública y Bellas Artes, que deseaba implantar en Francia un evento cultural internacional capaz de rivalizar con la Mostra de Venecia. Organizado en primera instancia en 1939 bajo la presidencia de Louis Lumière, no fue finalmente hasta un año después del final de la guerra, el 20 de septiembre de 1946, cuando tuvo lugar en Cannes la primera edición del Festival.

Con la aparente inocencia de un afable vodevil, Jean Renoir filma una corrosiva crítica de la burguesía parisina en su obra maestra 'La règle du jeu (La regla del juego)'.

También Marcel Carné colabora en seguir manteniendo a Francia en los puestos privilegiados de la cinematografía mundial y rueda 'Le Jour se lève (Amanece)', agrandando aún más si cabe la figura de Jean Gabin.

Por su parte Julien Duvivier dirige la melancólica 'La fin du jour'.

Sacha Guitry también cumple este año con su cita, estrenando 'Ils étaient neuf célibataires'.


REINO UNIDO. Sam Wood dirige la primera versión de 'Goodbye Mr. Chips (Adiós Mr. Chips)', gran éxito que supuso el Oscar al mejor actor para Robert Donat.

Con una poderosa banda sonora de Miklós Rózsa, Zoltan Korda rueda un clásico del cine de aventuras colonial, 'The Four Feathers (Las cuatro plumas)'.


'Jamaica Inn (Posada Jamaica)' es la última película inglesa realizada por Alfred Hitchcock antes de embarcar hacia los Estados Unidos. En ella un corrupto y cínico Charles Laughton intenta embaucar a Maureen O'Hara en su primer papel protagonista.

Adelantándose a una legión de películas bélicas similares que se harían durante la Segunda Guerra Mundial, Michael Powell dirige 'The Spy in Black (El espía negro)', con guión de Emeric Pressburger, inciándose así la fructífera colaboración entre ambos.


ITALIA. Mario Camerini dirige a Vittorio de Sica en 'I grandi magazzini (Grandes Almacenes)'.

Alessandro Blasetti rueda 'Un'avventura di Salvator Rosa (Una aventura de Salvatore Rosa)', historia de capa de espada a la italiana, y 'Retroscena', historia de amor entre un barítono y una pianista.

Goffredo Alessandrini gana de nuevo la “Coppa Mussolini” en el Festival de Venecia a la mejor película con 'Abuna Messias', film de propaganda para justificar la invasión de Italia en Etiopía.

UNIÓN SOVIÉTICA. Esfir Shub realiza, una vez acabada la Guerra Civil Española, 'Ispaniya', documental de compilación a partir de imágenes rodadas por Roman Karmen y Boris Makaseyev durante dicho conflicto como corresponsales de noticiarios soviéticos, junto con material de propaganda de ambos bandos.

Se estrena 'Vyborgskaya storona (La barriada de Vuiborg)' una de las múltiples colaboraciones de Grigori Kozintsev y Leonid Trauberg.

Alexander Dovzhenko, tras dirigir 'Bukovina, zemlya Ukrainskaya (Bukovina, tierra ucraniana)', realizó 'Shchors', bajo el control de Stalin durante todo el proceso. Por esta obra fue galardonado con el premio Stalin.


CANADÁ. Se establece la National Film Commission, predecesora de la National Film Board of Canada, con John Grierson como primer comisionado.

JAPÓN. Kenji Mizoguchi nos da una lección magistral de cine con la conmovedora 'Zangiku monogatari (Historia de los crisantemos tardíos/Historia del último crisantemo)'.

Mikio Naruse dirige 'Magokoro (Sinceridad)' y 'Hataraku ikka (Toda la familia trabaja)'.

Hiroshi Shimizu hace gala de su enorme sensibilidad con 'Kodomo no shiki (Four Seasons of Children)'.

También se hacen un hueco en la cartelera Yasujiro Shimazu con 'Ani to sono imoto (Hermano y hermana)' y Tomotaka Tasaka con el drama bélico 'Tsuchi to heitai (La tierra y los soldados)'.


CHINA. La montadora Helene van Dongen da forma a la coproducción China-Estados Unidos 'The 400 Million (Los 400 millones)' a partir de las imágenes rodadas el año anterior en China por Joris Ivens y John Ferno.

ARGENTINA. Francisco Múgica nos muestra las vivencias de una familia tradicional, con sus alegrías y sus desgracias, en 'Así es la vida'. También dirige 'Margarita, Armando y su padre', basada en una obra de Enrique Jardiel Poncela.

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domingo, 10 de abril de 2011

Solución al reto: Rebelión a bordo

Rebelión a bordo (Mutiny on the Bounty, 1935) es la película más recordada de Frank Lloyd, un director que miró al mar en más de una ocasión. En esta ocasión, contó con el gancho de un poderoso Clark Gable (sin bigote, con una seductora sonrisa), y un monstruo interpretativo, Charles Laughton.
 
La película narra el viaje desde Portsmouth a la isla de Tahití, al mando del capitán Bligh (Laughton). El segundo de a bordo, Fletcher Christian (Gable), es su contrapunto. El primero es mezquino, soberbio, cruel, déspota... pero un gran marino. Gable tiene una índole amable, honesta. Sufre ante los continuos abusos de aquel hacia su propia tripulación. Tanto que sus ideales, más el irresistible encanto de la tahitiana Tehani (Movita), le inducirán a liderar una revuelta a bordo apenas iniciado el viaje de regreso.

La película es un clásico de aventuras marítimas. Hay pasión en cada escena de la película, la tensión entre ambos personajes principales surge desde sus inicios y presagia el trágico desenlace. No faltan elementos cómicos, románticos, judiciales e históricos. Pero sin olvidar la tragedia.

Las escenas marítimas están entre lo mejor del género
 
Sin duda alguna, una película imprescindible para los amantes del cine de aventuras,  que cuenta con buenas adaptaciones para las generaciones posteriores (muy destacable la versión que en el año 62 protagonizara Marlon Brando) aunque ninguna consiga igualar a la original. Para los apasionados del estilo clásico de la narración con carga interpretativa de alto nivel y, en general, para cualquier amante cinéfilo que, en algún momento de su vida, necesite recordar qué nos despertó este amor por el séptimo arte.

El buque Pandora, a la caza del amotinado Fletcher

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viernes, 8 de abril de 2011

Reto 13

No quisiera interrumpir el debate abierto en el cinefórum, pero vamos a procurar ser puntual a la cita del viernes, y aquí os propongo un nuevo fotograma. Va de barcos... (¡Vaya, ya se me ha escapado una pista fundamental!).

Si ampliáis la foto, veréis a todos los protagonistas de la película, claramente reconocibles... De lo que no cabe duda es que es un bonito barco... un poco pequeño, tal vez, para una travesía tan larga (¿He hablado demasiado?).

Se premia la celeridad: 3, 2 y 1 punto esperan a los más rápidos en acertar el fotograma.

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miércoles, 6 de abril de 2011

CINEFÓRUM DE SOBREMESA (porque el cine nos alimenta...)
Hoy: Luces de la ciudad, (Charles Chaplin, 1931)

En este Cinefórum dedicado a 'Luces de la ciudad' vamos a dividir la reseña en tres partes. En la primera os ofrecemos el texto del capítulo dedicado a la película en el libro "Mi autobiografía" de Charles Chaplin, editado por Debate. Porque quién mejor que él para hablar sobre su obra. Es largo, pero hemos preferido ponerlo entero por su indudable valor. En segundo lugar incluimos algunas críticas sacadas del libro "Todas las películas de Charlie Chaplin", de Gerald D. McDonald, editado por Paidós Ediciones. En la tercera parte añadimos algunos datos que creemos que pueden resultar interesantes.

PARTE 1. "Mi Autobiografía", Charles Chaplin; Capítulo XXI

Estando en Nueva York, me dijo un amigo que había presenciado la sincronización del sonido en las películas y predijo que en breve aquello revolucionaría toda la industria cinematográfica.

No volví a pensar en ello hasta unos meses más tarde, cuando la Warner Brothers produjo su primera secuencia hablada. Era una película de época, en la que se veía a una actriz encantadora, cuyo nombre no mencionaré, expresando en silencio una gran emoción, motivada por una tremenda pena, con unos ojazos conmovedores, expresando una angustia que sobrepasaba la elocuencia de Shakespeare. De repente un nuevo elemento intervenía en la película: el ruido que se oye cuando uno se coloca un caracol marino en la oreja. Luego, la encantadora princesa habló como si lo hiciera a través de la arena: «Me casaré con Gregory, aunque tenga que renunciar al trono.» Era una impresión terrible, pues hasta entonces la princesa había hechizado nuestro espíritu. A medida que avanzó la película el diálogo se hizo más divertido, pero no tanto como los efectos sonoros. Cuando el picaporte de la puerta del boudoir giró pensé que alguien había puesto en marcha la manivela de un tractor, y cuando la puerta se cerró hizo un ruido semejante al choque de dos camiones cargados de troncos. Al principio no se sabía nada respecto del control del sonido. Un caballero andante con armadura chirriaba en una forma semejante al ruido de una serrería; una simple cena familiar armaba un alboroto parecido al de la hora punta en un restaurante barato, y echar agua en un vaso producía una escala peculiar que alcanzaba en el teclado hasta el do sobreagudo. Salí de la sala convencido de que los días del sonoro estaban contados.

Pero un mes después la M.G.M. produjo 'The Broadway Melody (La melodía de Broadway)', película de largometraje, sonora, musical, y aunque no era buena, obtuvo un estupendo éxito de taquilla. Así es cómo empezó; de la noche a la mañana todas las salas empezaron a instalar equipos para el cine sonoro. Este fue el ocaso del cine mudo. Fue una pena, porque empezaba a mejorar. Murnau, el director alemán, había utilizado aquel medio con eficacia, y algunos de nuestros directores americanos empezaban a hacer lo mismo. Una buena película muda ofrecía un atractivo universal, tanto para los intelectuales como para la masa. Ahora todo se iba a perder.

Pero yo estaba decidido a seguir haciendo películas mudas, porque creía que había sitio para toda clase de diversiones. Además, yo era fundamentalmente mímico, y en este género resultaba único y, sin falsa modestia, un maestro. Por tanto, continué mi producción con otra película muda, 'City Lights (Luces de la ciudad)'.
Partía de la historia de un payaso que a causa de un accidente de circo ha perdido la vista. Tiene una hijita, una niña enferma y nerviosa, y cuando vuelve del hospital el médico le advierte que debe ocultar su ceguera a su hija hasta que esté bien y se encuentre lo suficientemente fuerte para comprender, pues la impresión puede ser excesiva para ella. Sus tropezones y porrazos con las cosas hacen que la niña se ría alegremente. Pero esto era demasiado «pueril». Sin embargo se trasladó la ceguera del payaso a la florista de 'Luces de la ciudad'.

El argumento secundario estaba basado en una idea que había yo estado acariciando desde hacía años: dos miembros de un club de ricos, discutiendo la inestabilidad de la conciencia humana, deciden hacer un experimento con un vagabundo que encuentran dormido en el malecón. Le llevan a su regio apartamento y le prodigan el vino, las mujeres y las canciones, y cuando se desploma, borracho, y se queda dormido, lo vuelven a llevar adonde lo encontraron. Y él se despierta pensando que todo ha sido un sueño. De esta idea salió la historia del millonario de 'Luces de la ciudad', que protege al vagabundo cuando está borracho y lo desconoce cuando está sobrio. Este tema motiva el argumento y hace posible que el vagabundo pueda simular que es rico ante la ciega.

Después del trabajo de un día en 'Luces de la ciudad' solía yo ir al estudio de Doug a tomar un baño de vapor. Muchos de sus amigos actores, productores y directores se reunían allí y permanecíamos bebiendo nuestros gin-tonics, cotilleando y discutiendo acerca de las películas habladas. El hecho de que estuviera yo rodando otra película muda sorprendió a la mayoría de ellos.
—Tienes mucho valor —me dijeron.
Antes mi trabajo despertaba generalmente interés entre los productores. Pero ahora estaban demasiado preocupados por el éxito de las películas habladas, y a medida que fue transcurriendo el tiempo empecé a sentirme excluido de las cosas; sospecho que se me había consentido demasiado.
Joe Schenck, que había expresado públicamente su desagrado por las películas habladas, se mostraba ahora conquistado por ellas.
—Me temo, Charlie, que van a perdurar— y exponía la tesis de que sólo Chaplin podía hacer una película muda que tuviera éxito.

Esto era lisonjero, pero no muy consolador, pues yo no quería ser el único en practicar el arte del cine mudo. Tampoco fue tranquilizador leer los artículos de las revistas expresando dudas y temores por el futuro de la carrera cinematográfica de Charlie Chaplin. Sin embargo, 'Luces de la ciudad' era una película muda ideal, y nada pudo hacerme desistir de realizarla. Pero me encontré ante varios problemas. Desde el advenimiento de las películas sonoras, que se remontaba ya a tres años, los actores habían olvidado casi el arte de gesticular. Toda su preocupación se centraba en la palabra y no en la acción. Otra dificultad consistía en encontrar una muchacha que pudiera parecer ciega, sin que eso fuera en detrimento de su belleza. La mayoría de las aspirantes miraban hacia arriba, poniendo en blanco los ojos, lo que resultaba demasiado angustioso. Sin embargo, la suerte vino a mis manos. Un día vi actuar a una compañía de circo en la playa de Santa Mónica. Había muchas chicas bonitas en traje de baño. Una me saludó con la mano. Era Virginia Cherrill, con quien ya me había encontrado en alguna otra ocasión.
—¿Cuándo voy a trabajar para usted?— me dijo.

Su bien moldeada figura, con un traje de baño azul, no hacía pensar que ella pudiera interpretar un papel tan espiritual como el de la muchacha ciega. Pero después de realizar una o dos pruebas con otras actrices, desesperado, la llamé. Ante mi sorpresa, tenía la facultad de parecer ciega. Le di instrucciones para que me mirase, pero haciéndolo interiormente, como si no me viese, y logró hacerlo. La señorita Cherrill era bella y fotogénica, pero tenía poca experiencia como actriz. A veces esto es una ventaja, especialmente en las películas mudas, donde la técnica es de una importancia primordial. Las actrices con experiencia están a veces demasiado apegadas a sus hábitos, y en la pantomima la técnica del movimiento es tan mecánica que les molesta. Las que tienen menos experiencia son más aptas para adaptarse a esta mecánica.

Había una escena en la que el vagabundo sortea un atasco del tráfico pasando por dentro de un coche y saliendo por la otra portezuela a la acera de enfrente. Cuando cierra la puerta la florista ciega lo oye y le ofrece sus flores, creyendo que es el dueño del coche. Con su última media corona el vagabundo compra una flor para el ojal. Sin querer, tira la flor al tropezar en la mano de la florista y la flor cae a la acera. Apoyada sobre una rodilla, la muchacha busca a tientas la flor. El vagabundo la recoge con impaciencia, se la pone y mira a la florista con gesto incrédulo. Pero de pronto se da cuenta de que ella no ve, pasa la flor ante sus ojos, y al confirmar que es ciega, la ayuda a levantarse.

Toda la escena duraba setenta segundos, pero se repitió cinco días seguidos, hasta que quedó sin defecto. No fue culpa de la muchacha; en parte fue culpa mía, pues trabajaba yo en un estado de ánimo casi neurótico, queriendo que todo saliera perfecto. Tardé más de un año en rodar 'Luces de la ciudad'.

Durante su rodaje se produjo el famoso crac de Wall Street. Afortunadamente, a mí no me afectó, porque había leído "Social credit", del mayor H. Douglas, que analizaba y hacía un diagrama de nuestro sistema económico, afirmando que, fundamentalmente, todos los beneficios provenían de los salarios. Por tanto, el paro significaba pérdida de beneficios y la disminución del capital. Me dejó tan impresionado esta teoría, que en 1928, cuando el número de parados llegó en los Estados Unidos a alcanzar la cifra de catorce millones, vendí todas mis acciones y obligaciones y guardé mí capital en metálico.

La noche anterior al crac cené con Irving Berlin, que estaba pletórico de optimismo respecto a la Bolsa. Dijo que una camarera que servía en el sitio donde él comía había ganado cuarenta mil dólares en menos de un año, doblando sus inversiones. Él mismo tenía un paquete de acciones de varios millones de dólares, que le producía más de un millón de beneficios. Me preguntó si jugaba yo a la Bolsa. Le dije que no podía creer en las acciones habiendo catorce millones de parados. Cuando le aconsejé que vendiera sus acciones y se mantuviese al margen mientras obtuviera algún beneficio, se indignó. Tuvimos casi una discusión.
—¡Usted no tiene confianza en América!— dijo, y me acusó de ser muy poco patriota.

Al día siguiente la Bolsa bajó cincuenta enteros y la fortuna de Irving desapareció. Un par de días después vino a mi estudio aturdido y disculpándose y quiso saber dónde había obtenido mi información.

Por fin quedó terminada 'Luces de la ciudad'; sólo faltaba grabar la música. Una ventaja del cine sonoro era que yo podía controlar la música; de modo que compuse mí propia música.
Intentaba hacer una música elegante y romántica para acompañar mis comedias, en contraste con el carácter del vagabundo, pues una música elegante daba a mis películas una dimensión emocional. Los adaptadores musicales raras veces comprendían esto. Querían que la música fuera alegre. Pero les expliqué que no quería competencia, que exigía que la música fuera un contrapunto de gracia y encanto para expresar el sentimiento, sin el cual, como dice Hazlitt, una obra de arte es incompleta. A veces un músico se ponía a pontificar conmigo y hablaba de los intervalos limitados de la escala cromática y de la escala diatónica; yo le cortaba con una observación de profano:
—Lo importante es la melodía; el resto es simple acompañamiento.
Después de poner música a una o dos películas empecé a considerar la partitura de un director de orquesta con ojos de profesional y a saber si una composición estaba superorquestada o no. Si veía muchas notas en los instrumentos de metal y en los de madera, decía: «Está demasiado negro en el metal», o «demasiado recargado en la madera.»
Nada es tan divertido y excitante como escuchar las melodías que uno ha compuesto interpretadas por primera vez por una orquesta de cincuenta profesores.

Cuando estuvo, por fin, sincronizada 'Luces de la ciudad', me sentí ansioso por conocer su suerte. Así, pues, sin previo aviso, organizamos una sesión previa en un teatro de la parte baja de la ciudad.
Fue una experiencia atroz, porque nuestra película se proyectó sobre la pantalla en un local medio vacío. El público había venido a ver un drama y no una comedia, y no salieron de su asombro hasta la mitad de la película. Hubo risas, pero débiles. Y antes de que la película se terminara, vi en la semioscuridad figuras que se dirigían hacía la salida. Di un codazo a mi ayudante de dirección:
—Están marchándose.
—Puede que vayan a los servicios— murmuró.
Después de aquello ya no pude concentrarme en la película, sino que esperé a ver si los que se habían ido por el pasillo volvían. Después de unos minutos murmuré:
—No vuelven.
—Es hora de salida de trenes. Algunos tendrán que tomarlos— me replicó.
Salí del teatro con la impresión de que se había tirado a la calle el trabajo de dos años y dos millones de dólares. Cuando salía del teatro, el encargado, que estaba en el vestíbulo, me felicitó:
—Es muy buena— me dijo, sonriendo, y como un segundo cumplido, añadió—: Ahora quisiera verle hacer una película hablada, Charlie; es lo que está esperando el mundo entero.
Intenté sonreír. Nuestro equipo ya había salido de la sala y esperaba, agrupado, en la acera. Me reuní con ellos. Reeves, mi administrador, siempre serio, me felicitó con cierto temblor en la voz:
—Ha resultado bastante bien, creo yo, teniendo en cuenta...
Estas últimas palabras revelaban una ominosa reserva; pero yo moví la cabeza con gesto confiado:
—Con un local lleno resultará estupenda; claro es que necesita un corte o dos— añadí.

Entonces me vino a la imaginación como un rayo devastador el poco tranquilizador pensamiento de que todavía no habíamos intentado vender la película. Pero no me sentí demasiado preocupado por eso, pues la fama de mi nombre era todavía taquillera, o al menos eso esperaba. Joe Schenck, nuestro presidente de la United Artísts, me advirtió que los distribuidores no estaban dispuestos a concederme las mismas condiciones que me asignaron en 'La quimera del oro', y que los grandes circuitos se mantenían distantes y habían adoptado la actitud de esperar para ver cómo se desarrollaban las cosas. Anteriormente los distribuidores habían mostrado siempre un gran interés por cada nueva película mía. Ahora su interés era sólo tibio. Además, surgieron dificultades para obtener un local donde proyectar ]a película en Nueva York. Me dijeron que todas las salas de proyección de Nueva York estaban comprometidas. Por tanto, debía esperar mi turno.
La única sala disponible en Nueva York era el teatro de George M. Cohan, con una capacidad de mil ciento cincuenta asientos. Estaba algo alejado y se consideraba un local nefasto. No era ni siquiera un cine. Me alquilaban las cuatro paredes por siete mil dólares a la semana, garantizando un arrendamiento durante ocho semanas, y yo tendría que encargarme de todo lo demás: administrador, taquilleras, acomodadores, encargados de la proyección y tramoyistas, así como los gastos de anuncios luminosos y de publicidad. Como estaba monetariamente comprometido por la suma de dos millones y había arriesgado mi propio dinero en ello, podía correr el albur completo y alquilar el teatro.

Entretanto, Reeves había ultimado un trato en Los Angeles para efectuar el estreno en un teatro nuevo, que acababan de construir. Como los Einstein estaban allí todavía, expresaron el deseo de ir al estreno, aunque creo que no se dieron cuenta de lo que hacían. Antes del estreno cenaron en mi casa y luego todos nos trasladamos a la parte baja de la ciudad. La calle principal estaba atestada de público en varias manzanas. Coches de la policía y ambulancias intentaban pasar entre la multitud, que se había apiñado, rompiendo las lunas de escaparates próximos al teatro. Con ayuda de un escuadrón de policía, fuimos impulsados dentro del foyer. Detesto las noches de estreno: la tensión que se siente, la mezcla de perfumes, almizcle y rimmel produce un efecto nauseabundo y destroza los nervios.
El propietario había construido un magnífico teatro; pero, como muchos empresarios de aquella época, tenía escasos conocimientos sobre la presentación de las películas. La película empezó. Se proyectaron los créditos, con el aplauso corriente de las noches de estreno. Luego, por fin, llegó la primera escena. Mi corazón latió aceleradamente. Era una escena cómica, con el descubrimiento de una estatua. ¡El público empezó a reír! La risa se convirtió en oleadas ruidosas. ¡Los había ganado! Todas mis dudas y temores empezaron a desvanecerse. Sentí deseos de llorar. Durante tres rollos estuvieron riendo. Nervioso y excitado, reí con ellos.

Luego sucedió algo increíble. ¡De repente, en medio de las risas, dejó de proyectarse la película! Las luces de la sala se encendieron y una voz anunció por un altavoz: «Antes de seguir proyectando esta maravillosa comedia quisiéramos que nos concedieran ustedes cinco minutos de su tiempo para hacerles admirar los méritos de este nuevo local.» No podía creer lo que oía. Me puse como loco. Salté de mí asiento y salí corriendo por el pasillo:
—¿Dónde está ese estúpido, hijo de perra, del gerente? ¡Voy a matarlo!
El público se puso de mi parte y empezó a patear y a aplaudir, mientras que aquel idiota seguía hablando acerca de las bellas cualidades del local. Sin embargo, se interrumpió de pronto cuando el público empezó a abuchearlo. Pasó un rollo entero antes de que la risa volviera a su cauce. En tales circunstancias, me pareció que la película iba bien. Durante la escena final noté que Einstein se secaba los ojos: una prueba más de que los sabios son unos incurables sentimentales.

Al día siguiente salí para Nueva York, sin esperar las críticas, pues estaría allí sólo cuatro días antes del estreno. Cuando llegué descubrí, horrorizado, que no habían hecho casi ninguna publicidad a la película, aparte de un anuncio superficial: «Nuestro viejo amigo vuelve entre nosotros», y otras frases sin relieve. De modo que le canté las cuarenta a nuestro equipo de la United Artists:
—No importa el sentimiento; hay que darles información. Vamos a estrenar en un local que no es de cine y que está lejos del centro.
Puse anuncios de media página, alternándolos todos los días en los periódicos más importantes de Nueva York, diciendo con letras de gran tamaño:

CHARLES CHAPLIN
EN EL
TEATRO COHAN
EN
LUCES DE LA CIUDAD
CONTINUA, DURANTE TODO EL DÍA. LOCALIDADES: 50 CENTAVOS Y 1 DOLAR

Me gasté treinta mil dólares extra en publicidad. Después instalé un anuncio luminoso en la parte delantera del teatro, que me costó otros treinta mil dólares. Como quedaba poco tiempo y teníamos que darnos prisa, permanecí toda la noche levantado, comprobando la proyección de la película, decidiendo el tamaño de la imagen y corrigiendo la distorsión. Al día siguiente convoqué una rueda de prensa y expliqué por qué y cómo había hecho una película muda.
El equipo de la United Artists tenía sus reservas acerca de los precios que había puesto yo a las entradas, pues los señalaba de un dólar a cincuenta centavos, mientras que todos los cines importantes de exclusiva sólo cobraban ochenta y cinco a treinta y cinco centavos, y esto con películas habladas y otras atracciones. Mi razonamiento se basaba en el hecho de que era una película muda, y esto exigía la elevación de los precios, y que si al público le interesaba ver la película no le detendría la diferencia entre ochenta y cinco centavos y un dólar. De modo que no hice la menor concesión.

El día del estreno de la película todo marchó muy bien. Pero los estrenos no prueban nada. Era el público corriente el que contaba. ¿Le interesaría una película muda? Estos pensamientos me tuvieron sin sueño durante media noche. Sin embargo, por la mañana fui despertado por mi agente de publicidad, que entró como una tromba en mi habitación, a las once, gritando con excitación:
—¡Chico, lo has conseguido! ¡Qué éxito! Hay una cola que da la vuelta a la manzana desde las diez de la mañana y que está interrumpiendo el tráfico. Diez agentes tratan de mantener el orden. La gente está luchando por entrar. ¡Y tenías que oírles chillar!
Una sensación de aflojamiento y de felicidad me invadió; mandé que me trajeran el desayuno y me vestí.
—Cuéntame dónde se han reído más —le dije.
Y me hizo una minuciosa descripción de dónde se habían reído más, retorciéndose con las carcajadas y gritando a todo trapo.
—Ven a verlo por ti mismo —me dijo—. Esto te sentará bien.
Me sentía reacio a ir, pues nada podía superar ya su entusiasmo. Sin embargo, presencié media hora de proyección, permaneciendo de pie entre el gentío en la parte de atrás del teatro, en medio de aquel ambiente intenso, interrumpido continuamente por frecuentes estallidos de risa. Aquello fue suficiente. Volví satisfecho y di rienda suelta a mi sobreexcitación paseando por todo Nueva York durante cuatro horas. De vez en cuando volvía a pasar por delante del teatro y veía la larga fila continua que daba la vuelta a la manzana. La película obtuvo el elogio unánime de la crítica.

En un local de mil ciento cincuenta asientos hicimos ochenta mil dólares de taquilla durante tres semanas. Nos seguía la Paramount, con tres mil asientos, proyectando una película hablada y con Maurice Chevalier en persona, pese a lo cual recaudó sólo treinta y ocho mil dólares en esa misma semana. 'Luces de la ciudad' se mantuvo en el cartel doce semanas, produciéndonos un beneficio neto, después de todos los gastos, de más de cuatrocientos mil dólares. La única razón de que la retiraran fueron las exigencias de los circuitos de distribución de Nueva York, que habían alquilado la película a un buen precio; no querían que se proyectara demasiado antes de que llegara a sus respectivos circuitos.

Ahora tenía yo intención de ir a Londres para estrenar allí 'Luces de la ciudad'. Mientras estuve en Nueva York vi muchas veces a mi amigo Ralph Barton, uno de los directores del New Yorker, que acababa de ilustrar una nueva edición de los Cuentos droláticos, de Balzac. Ralph tenía sólo treinta y siete años, era un hombre muy culto y excéntrico, que había estado casado cinco veces. Se quedó muy deprimido por el último matrimonio e intentó suicidarse, tomando una dosis excesiva de no sé qué cosa. Le propuse que viniese a Europa como invitado mío, pues el cambio le beneficiaría. Así, pues, embarcamos los dos en el Olympic, el mismo barco en que había ido a Inglaterra en mi primer viaje.

PARTE 2. Algunas críticas recibidas por la película.

«Con multitudes expectantes, guardando cola en el cine para contemplar la llegada de los poseedores de las entradas de once dólares que pasaban con rapidez al otro lado del cordón policial, se estrenó anoche, en el George M. Cohan Theatre, Luces de la ciudad. La primera película de Chaplin en dos años, demostró que el silencio —si es que Chaplin puede mantenerse silencioso— todavía es valioso. Luces de la ciudad es una película muda, lo cual constituye un acierto porque si hubiera sido hablada, las risas y los aplausos del público habrían ahogado las palabras.» (Rose Pelswick, New York Evening Journal)

«'Luces de la ciudad' tiene importancia porque es brillante, genuinamente hilarante, y muestra al Gran Hombre del Cine en sus momentos más divertidos y singulares... La infeliz y miserable figura de Charlie logra sintetizar lo que ha estado buscando tanto tiempo. "Charlot" encarna a un heroico y divertido personaje que anteriormente sólo llegaba a aflorar por unos instantes.» (Richard Watss, Jr., New York Herald Tribune)

«Es una película realizada con admirable maestría, y cuando Chaplín se propone el éxito, que por otra parte siempre ha conseguido, lo logra. A pesar de que el pequeño vagabundo resulta más respetable de lo habitual en 'Luces de la ciudad', a causa de la peripecia de la trama, comienza y acaba con la misma vieja indumentaria, pareciendo de este modo algo más patético en la última escena que en otras de sus comedias.» (Mordaunt Hall, The New York Times)

«Si bien Chaplin no pretende renovar su tradicional personaje, sí ha conseguido refinarlo considerablemente, si lo comparamos con sus últimas producciones. 'Luces de la ciudad' confirma la inmortalidad del arte de Chaplin, como actor y como realizador. Y lo consigue sin hacer ninguna concesión al diálogo; continúa siendo el maestro de la pantomima. Tan sólo utiliza efectos sonoros como ayuda para las situaciones cómicas. Chaplin puede hacerle gritar a uno de entusiasmo cuando utiliza los sonidos, porque las palabras resultan innecesarias. Mientras continúe por ese camino, puede permitirse el lujo de ignorar las películas habladas.» (Thornton Delehanty, New York Evening Post)

«'Luces de la ciudad' es atrozmente divertida y terrible, terriblemente triste. Te hace reír hasta la histeria. Pasas unos maravillosos e inolvidables momentos, pero a veces sientes una tremenda congoja... Amamos a Chaplin porque él es el payaso. Hubiéramos amado a cualquier otro artista que nos hubiera proporcionado su personaje característico, pero no creemos que haya otro hombre en el mundo capaz de conseguirlo. ¡Charlie es uno y único! Siempre lo será.» (Irene Thirer, New York Daily News)

«Todo lo que sé del señor Chaplin, y todo lo que quiero saber, midiendo bien mis palabras y recordando a todos los grandes actores, es: en mi opinión, se trata del más grande de todos...» (James Agate)

PARTE 3. Cuatro apuntes más.

La música compuesta por Chaplin tiene similitudes muy sospechosas con "La violetera" de Padilla, lo que le valió un proceso y una sentencia en contra. El plagio no llegó a pleito judicial, pero tuvo que pagar una gran cantidad de dinero.

La producción fue larguísima. Se extendió desde diciembre de 1927 a diciembre de 1930.

Jean Harlow aparece como extra en la secuencia del cabaret, a pesar de que en el momento del estreno ya era una estrella gracias a 'Angeles del infierno (Hell's Angels, 1930)'. Todo tiene una explicación: Harlow había rodado esta escena antes que la película de Howard Hughes.

La relación entre Virginia Cherrill y Charles Chaplin no era buena. Tuvieron algunos encontronazos, hasta el punto de que Chaplin la despidió cuando ya estaba casi toda la película rodada. Quiso rehacer todo con Georgia Hale, que había protagonizado 'La quimera del oro', pero estaba todo demasiado avanzado y tuvo que volver a aceptar a Virginia Cherrill, lo que le costó además una subida del sueldo de ésta.

'Luces de la ciudad' ha sido nombrada por Orson Welles en alguna ocasión como su película favorita.

Que sí, que este fotograma es de 'Tiempos Modernos',
pero nos gustaba para terminar jajaja

En el próximo Cinefórum hablaremos de... "La balada del soldado"

Para el Cinefórum del 20 de abril os proponemos ver 'Баллада о солдате, Ballada o soldate (La balada del soldado)', película ambientada en la Segunda Guerra Mundial rodada por el ucraniano Grigori Chujrái en 1959. 'La balada del soldado' tuvo un enorme reconocimiento fuera de las fronteras de la Unión Soviética.

Como siempre, os dejamos algunos enlaces:

- En Russia-IC se habla del director y de la película.
- En la Wikipedia en su versión en inglés también viene algo de información.
- Otra reseña la encontramos en claqueta.es.
- En la página de la Universidad de Granada podemos leer otro texto interesante.
- Como tantas otras veces, os recomendamos también un Film Essay de la página de The Criterion Collection: Ballad of a Soldier, escrito por Vida Johnson.
- Y por último, podéis echar un vistazo a las críticas de los usuarios de Filmaffinity.

Sólo hemos hemos encontrado esta versión online con subtítulos en español. El problema es que los subtítulos van muy desincronizados, por lo que es para volverse uno loco. Os recomendamos que busquéis una versión mejor.

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