
Travis es un John Wayne de nuestros días, triste, taciturno y en ocasiones patético, que no ha superado su desastre familiar y que es rehabilitado socialmente por su hermano, que se conjura para reconstruir su maltrecha familia.
En la película destaca una primera parte donde el diálogo es escaso, Wenders deja que sean las imágenes las que hablen y expresen crudeza, amargura, soledad y aislamiento social en Travis y el mundo que le rodea. Pocas veces en la historia del cine la portentosidad de la imagen ha tenido tanto peso. Y al final, cuando son las palabras las que priman, lo hacen con un lenguaje exacto, franco y crudísimo.
Esta parte final es la redención de Travis, como no podía ser de otra manera, con un diálogo de visión unidireccional en la cabina de peep show donde la Kinski ve coartado su derecho a volver a ver a Travis y a Hunter. Para terminar no me gustaría dejar de hacer referencia al impresionante dialogo final de Jane, la todavía mujer de Travis, interpretada por Nastassja Kinski, uno de los mejores que he visto en el cine, no os lo perdáis
La película me parece formidable y os la recomiendo de todo punto.
9/10

Muy buena película.
ResponderEliminarComo curiosidad, las acciones de Travis tienen una explicación desde el punto de vista de la Psicología.
Yo la vi por primera vez cuando me la recomendaron en mis tiempos de estudiante como ejemplo de "fuga disociativa", un trastorno causado habitualmente por experiencias traumáticas o de alto estrés. Entre otras cosas, el individuo afectado emprende viajes repentinos e inesperados lejos del hogar o del puesto de trabajo y tiene incapacidad para recordar su pasado. Además sufre confusión sobre su identidad personal, o asume una nueva identidad (parcial o completa).
Y ya no me enrollo más, que parezco el abuelo Cebolleta.
Un saludo.