domingo, 5 de julio de 2009

Casablanca

Quien iba le iba a decir a la Warner que su proyecto de una película modesta (de la que se rodaban en los años 50) se iba a convertir en un mito, un icono para los cinéfilos,... Casablanca es más popular ahora que en enero de 1943 cuando se estrenó.

Su trama sencilla, con tono melodramático hoy aún nos hace enloquecer: en la ciudad marroquí de Casablanca, bajo colonia francesa, se apiñan numerosos refugiados huidos de la Europa ocupada por los nazis. Todos esperan el salvoconducto que les lleve a Lisboa para partir desde allí a Estados Unidos. Allí en Casablanca existe un café regentado por Rick, un americano descreído y cínico encarnado por Humphrey Bogart, con un pasado oscuro que prefiere mantenerse al margen de intrigas políticas, aunque debajo de ese caparazón cínico se esconde un sentimental.

En el Rick's Cafe aparece un día Ilsa (Ingrid Bergman), la mujer de la que un día estuvo enamorado Rick, y por la que fue traicionado.

Casablanca es una de esas películas que uno puede ver dos, tres, cinco o diez veces, y aún sigue asombrando. Michael Curtiz era un genio que podía compartir el trono que sus compatriotas (Ford, Hawks, Capra) supieron conseguir.

Pese a todo cuando Rick la vio entrar en el café dijo: "De todos los cafés que hay en el mundo, ella tuvo que venir al mío".

El guión y el rodaje fueron complicados. La película estaba basada en una obra de teatro que había sido rechazada por los empresarios de Broadway, cuando lo habitual era que Hollywood se interesara sólo por los grandes éxitos. La guionista de la Warner, Irene Lee, tuvo acceso al libreto y sugirió su adaptación al cine, así que el todopoderoso Jack Warner se hizo con los derechos de la obra.

La adaptación de la obra para el cine corrió a cargo de dos guionistas de prestigio, Julius y Philips Epstein, mientras se buscaban con urgencia a los actores, entre otros sonaron nombres como el de Ronald Reegan, Ann Sheridan y George Raft. Las malas lenguas dicen que la actriz francesa Michele Morgan pidió 55.000 dolares, mientras Ingrid Bergman se conformó con 25.000. Pero no fue fácil conseguir a la Bergman, pues estaba contratada en exclusiva por David O. Selznick (ya sabéis, el productor de Lo que el viento se llevó), se llegó a un acuerdo-trueque y cedieron a cambio a Olivia de Havilland; eso sí el tío quiso saber de qué trataba Casablanca.

Que "joío" este O. Selznick, no se fiaba ni de su sombra.

Ingrid Bergman cuenta en sus memorias: "El guión se modificaba sin descanso y rodábamos a diario a partir de cero: nos entregaba el diálogo y procurábamos encontrarle su sentido. Nadie sabía en qué lugar sucedía la trama ni cómo finalizaría ésta, lo que desde luego no contribuía a que diéramos verosimilitud a los personajes.Yo le preguntaba a Michel Curtiz aspirando a precisar de quién estaba enamorada y él me respondía "aún no lo sé, mientras tanto... actúe".

Y que me decís de la canción memorable: As time goes by:

You must remember this
A kiss is just a kiss
A sigh is just a sigh
The fundamental things apply
As time goes by.
And when two lovers woo,they
still say " love you",
On that you can rely,
No matter what the future brings
As time goes by.

Obra maestra, queridos.

2 comentarios:

  1. Al final va a ser verdad que dios juega a los dados, si no, ¿cómo se entendería que del supuesto caos que supuso el rodaje de Casablanca, saliera una de las mayores películas de la historia del cine?

    Y otra reflexión al hilo, ¿cómo es posible valorar si una interpretación es buena o no, cuando por ejemplo en este caso los actores no tenían ni idea de cuáles eran los sentimientos de los personajes que interpretaban? Y aun así ¡las interpretaciones son muy buenas! Sorprendente.
    Al final van a tener razón los rusos aquellos que decían que en el cine TODO lo hace el montaje.

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  2. Enrique Carratalá10 de julio de 2009, 22:01

    Yo creo que, en el caso de algunos actores, su presencia es el 90%. Claro, lo da también el oficio, pero ver a Bogart, sólo verlo, ya vale su peso en oro.

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