Sin embargo es poco conocida la actividad política de Ford, y no sólo en su juventud, donde todos somos "un poco locos", sino hasta bien entrada su madurez, digamos cerca de su medio siglo.
Pues sí, ya de joven comenzó a dar muestras de afinidades "sospechosas", y así en su viaje a Irlanda, en noviembre de 1921, se interesó por las actividades del Ejército Republicano Irlandés (IRA) de Éamon de Valera y Michael Collins. Estuvo con su primo Martin Feeney, miembro de una columna volante del IRA, y sus compañeros revolucionarios, a los que entregó dinero para la causa. Dinero por cierto que parece que le fue parcialmente devuelto por la hacienda americana como "gastos laborales". Hay quien dice que posteriormente siguió recaudando y mandando dinero para la lucha irlandesa, aunque no existe constancia documental de ello, pero lo que sí es cierto es que mantuvo su simpatía con ella a lo largo de toda su vida.
También se mostró muy activo dentro de su gremio, convirtiéndose en 1927 en el presidente de la Asociación de Directores de Cine, fundada en 1915 por su hermano Francis y J. Farrell Mac Donald, demostrando ya su liderato en la profesión, aunque parece que esta era una organización bastante fraternal y con poco contenido político.

Partidario convencido de la causa republicana durante la Guerra Civil española, fue uno de los fundadores del Comité de Artistas Cinematográficos de Ayuda a la República Española, junto con Dudley Nichols, Dashiell Hammet, Lester Cole, Melvyn Douglas, Fredric March y otros, reuniendo fondos para los soldados republicanos y los refugiados españoles.
En julio de 1937 Hemingway, rojo convencido, fue a Hollywood a recaudar también fondos para la República, y a tal fin se celebró una fiesta en casa de Frederic March y señora a la que asistió Ford. Se proyectó el documental "Tierra española" de Joris Ivens que Hemingway había ayudado a rodar. No sabemos si por la impresión ante la extraordinaria película de Ivens, o por el impacto de la conversación con Hemingway, el caso es que de allí salió una donación por parte de Ford de una ambulancia, que seguro que les vino muy bien a los republicanos en los tiempos siguientes, con todo lo que les cayó encima.

A principios de 1938, Ford se convirtió en vicepresidente, junto con Philip Dunne y Miriam Hopkins, del recién fundado Comité Democrático de Cine, presidido por el novelista Dashiell Hamett. La organización tenía un papel destacado entre los grupos del Frente Popular de Hollywood y su principal razón de ser era la difusión de las causas del liberalismo, el antifascismo y el antirracismo. Su trabajo era ejercer presión sobre los derechos y la legislación de las libertades civiles y hacer campaña a favor de los candidatos progresistas y liberales para las elecciones. También se implicó de forma activa en la Liga Antinazi de Hollywood, otra coalición de izquierdistas y liberales unidos por su lucha contra el fascismo. Todos ellos evidentemente bastante rojos, y muchos de ellos con pedegree, es decir, militantes del Partido Comunista Americano.

Curiosamente durante el mismo periodo, entre 1934 y 1941, Ford ejerció como espía semioficial para la Inteligencia Naval de los Estados Unidos, observando y haciendo informes sobre la importante presencia de pesqueros de arrastre japoneses en las costas de Hawai, Panamá, Méjico, Baja California y varios enclaves del Pacífico. La Inteligencia Naval sospechaba que estaban reuniendo información para la Marina Imperial japonesa y almacenando equipos y suministros para posterior uso de los submarinos.
En 1939 creó el Servicio de Cine y Fotografía de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), predecesora de la CIA, para documentar las acciones militares durante la Segunda Guerra Mundial, suministrar cartografía y realizar reconocimiento fotográfico, aunque no empezó a funcionar hasta 1941.

Para terminar con esta sorprendente deriva volvamos al cine. En 1939 se estrenaron nada menos que "La diligencia", "El joven Lincoln" y "Corazones indomables", la informal "trilogía americana" del director, que realizó en el tiempo que le quedaba entre piquete, espionaje japonés, reunión sindicalista y activismos varios. Con esas tres películas Ford entró en la leyenda, con ellas empezó a filmar la historia de América como nadie antes lo había hecho, y con ellas demostró también que efectivamente, y al menos durante una buena parte de su vida, podía ser un patriota rojo.
Después, ideológicamente, para unos maduró, para otros se hizo viejo, pero esa es otra historia...
Tras leer este estupendo trabajo sobre Ford no puedo evitar exclamar:
ResponderEliminar¡¡¡HOMÉRICO!!!
Muchas gracias :-)
Ja, ja, ja, gracias Supercinexín, todo el mérito es de Ford y de Joseph McBride, autor del excelente y documentado estudio "Tras la pista de John Ford", que es de donde hemos la información
ResponderEliminarCorazones Indomables, bufff... me han venido ganas de racuperarla cuanto antes.
ResponderEliminarFelicidades por tu blog, y tu conocimiento milimétrico del cine y de Ford. Te añado a los links del mío.
¡Un saludo!
Saludos, Rock'n'Roll Outlow, y bienvenido al blog.
ResponderEliminarExcelente entrada! Espero que sirva para cambiar esa idea de Ford fascista que aún tienen algunos sectores. Felicidades.
ResponderEliminarDebía andar muy liado el Sr. Ford, ¡que bárbaro!.
ResponderEliminarFenomenal artículo. Muchas gracias. También a Ford y a McBride, no sabía que colaboraban con el Blog :-)
Ford ya viene siendo habitual, y McBride, pues bienvenido sea, jaja.
ResponderEliminarHombre Xavi, me alegro que te haya gustado. Aprovecho para felicitarte por aquí por tu excelente blog, que visito con cierta frecuencia. Tu colección de carteles es realmente impresionante.
ResponderEliminarInteresantísimo documento el que nos ofreces sobre el genial John Ford; recuerdo que hace muchos años, en una sesión de cine fórum disfrutamos de una película de Ford (no me acuerdo de cual, pero para el caso es lo mismo) y un individuo que se las daba de entendido empezó una perorata proclamando que Ford era un facha ultraderechista y conservador, y a mí, jovencito y tímido, se me pusieron los ojos en chiribitas porque no había visto nada de lo que el "experto" aseguraba haber entendido.
ResponderEliminarCon el paso de los años he comprendido que Ford, además de genio, era un hombre y como tal un ser complejo: sus afinidades con el IRA son evidentes en The Quiet Man a pesar de haber dulcificado la historia original más politizada; y por lo que hace al respeto a las minorías, baste señalar la confianza depositada en Woody Strode, que aparece sin acreditar en La Diligencia y acabó ofreciéndole casi un protagonista años más tarde, avanzándose en el tiempo a muchos.
Por no hablar de su relación con los nativos americanos, a los que favoreció al contratarles en diversas ocasiones desde que decidió rodar en Utah y Arizona: cada rodaje era como un maná para aquellas pobres gentes que carecían de ingresos regulares. Y nunca les racaneó los sueldos. Y acabó presentándolos como víctimas del hombre blanco, algo impensable años antes.
Supongo que toda esa complejidad es la que hace las películas de John Ford tan grandes, en definitiva.
Saludos.
Xavier Sans Ezquerra dice:
ResponderEliminarLo cortés no quita lo valiente, no importa la ideología que tuviera John Ford, a los cinéfilos solo nos interesa su fundamental obra.Totalmente al márgen de todo tipo de conjeturas, es la obra de uno de los más grandes directores de la historia del cine.
Una cosa es cierta, J. Ford tenía muchos amigos fascistas,éso sí: John Wayne, Ward Bond...