No hay por dónde cogerla, a pesar de los encantos de la Kinski. Bueno, cójanla por ahí. Remake de la película La mujer pantera (1942), de Tourneur. Irena (N. Kinski) es una mujer con un extraño trauma fisionómico. Digo trauma porque la excitación, normalmente la sexual, la convierte en pantera negra. ¿Por qué? Ciertas teorías místicas, en aburridos pasajes al inicio de la película y casi al final, pretenden dar explicación a tan extraña situación. Un hermano (Malcolm McDowell, al que no puedo imaginar en otro sitio que no sea La naranja mecánica) padece sus mismos síntomas, aunque los acepta con total normalidad. Un novio (John Heard) se enamora de ella. Esta historia no pega ni con cola. Salvo la atracción sexual, completamente comprensible. La película es, según reza por ahí, una "de miedo", aunque no da miedo. O "una fantástica", aunque es más bien "fantasiosa". De "intriga", aunque la única intriga es saber cuándo acaba. Y si la cosa ya es mala de por sí, a alguien se le ocurrió la maravillosa idea de contratar a Giorgio Moroder, para la banda sonora. Mal pegamento para unir los trozos. La musiquilla de su Casio PT-20 no va a arreglar este desaguisado de película que, sin embargo, no suele obtener tan malas críticas. La verdad, no sé cuáles son los puntos fuertes de la película. Yo no le he visto ninguno. Como simple anécdota, menciono que me fijé en que el libro de cabecera del "novio" era una biografía de Mishima. Curiosamente, la siguiente película de Paul Schrader fue Mishima: una vida en cuatro capítulos (1985). Toda una declaración de intenciones.
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