La verdad, no seré yo quien ponga en duda la capacidad de Robert De Niro como actor: un simple repaso a su filmografía estremece.
Y llegó Taxi Driver:
Casi nadie podía esperar que un actor prácticamente desconocido pudiera llevar a cabo su papel de tal manera que marcase en la película no sólo una imagen imborrable, sino una forma de interpretar que influiría a casi todos los actores de posteriores generaciones.
Robert de Niro dio vida a Travis, un taxista neoyorquino normal y corriente, un hombre recto, de buenas costumbres y pensamientos, correcto con sus conocidos y tal vez un poco solitario, que acaba comprando ochenta arrobas de armas de fuego (en total delirio y desequilibrio) para convertirse en el vengador del bienestar norteamericano y como final feliz, su intento de magnicidio acaba magnificando su persona a través de una penitencia que le lleva a matar a tres sujetos de mala condición. Paul Schrader, envidiable guionista, convierte de esta manera a un aspirante a ángel caído en ángel vengador, y así le llaman al final Matador.
La película convirtió a de Niro en un gran actor y su interpretación posterior en Toro Salvaje en una estrella.
La película de Martin Scorsese liberó unos rasgos en De Niro que se han prolongado a lo largo de su carrera.
La maldad aflora en casi todos los papeles de Robert de Niro. Fue gángster bueno en Érase una vez en América (pero gángster); fue el tremendo malísimo Al Capone en Los Intocables, mafioso diferenciado en Uno de los nuestros y Casino, delincuente habitual en Jackie Brown y Heat y psicópata en El cabo del miedo.
Martin Scorsese dirigió su degeneración humana en Toro Salvaje y la degeneración de su mundo en Casino. Pero también le dirigió en El cabo del miedo, donde luce en todo su esplendor, con todo tipo de excesos.
En estos años, Robert de Niro ha interpretado a personajes oscuros, ha dado vida a vecinos de piso que chiflan o delincuentes poco habituales, siempre al borde de lo inconcebible y cercanos a la realidad, incluso fue el mismísimo Diablo comprador de almas en El corazón del ángel.
Usando películas producidas por él mismo ha intentado maquillar su imagen de hombre malvado con Historias del Bronx y La chica del gángster, con suficiente éxito de taquilla y dudosa evolución de su propio personaje. También en Ronin, dónde continuó su profesionalidad a pesar de los escándalos que rodearon la filmación, intenta hacer bondad en su papel.
En Huída a medianoche engendró un personaje de carácter rudo que esconde un corazoncillo, o simplemente un callo débil. De esta road movie parte el filón apenas explotado de los últimos éxitos comerciales de De Niro, Una terapia peligrosa y Los padres de ella (arropado por Billy Cristal y Ben Stiller, respectivamente).
La capacidad de este hombre es indudable, algunos le acusan de sobreactuación, y algo de eso habrá . Pero esa exageración de sus rasgos más endurecidos es perfecta para el papel de compañero áspero que desarrolla en las comedias.
En estos últimos 25 años, Robert de Niro ha interpretado a todo tipo de seres malvados, malignos, corruptos o corrompidos por el sistema. Hemos visto lo perverso que podemos ser, la bestia cercana en la que nos podemos convertir, ese monstruo palpitante que nos mira en el espejo.
Hitchcock nos descubrió el miedo que da la cortina del baño o una ojeada al vecindario, De Niro ha dado cuerpo a la bestia que todos llevamos dentro, mirar el espejo un rato muestra más cosas.
Y ojalá todo sea sobreactuación.
Y llegó Taxi Driver:
Casi nadie podía esperar que un actor prácticamente desconocido pudiera llevar a cabo su papel de tal manera que marcase en la película no sólo una imagen imborrable, sino una forma de interpretar que influiría a casi todos los actores de posteriores generaciones.
Robert de Niro dio vida a Travis, un taxista neoyorquino normal y corriente, un hombre recto, de buenas costumbres y pensamientos, correcto con sus conocidos y tal vez un poco solitario, que acaba comprando ochenta arrobas de armas de fuego (en total delirio y desequilibrio) para convertirse en el vengador del bienestar norteamericano y como final feliz, su intento de magnicidio acaba magnificando su persona a través de una penitencia que le lleva a matar a tres sujetos de mala condición. Paul Schrader, envidiable guionista, convierte de esta manera a un aspirante a ángel caído en ángel vengador, y así le llaman al final Matador.
La película convirtió a de Niro en un gran actor y su interpretación posterior en Toro Salvaje en una estrella.
La película de Martin Scorsese liberó unos rasgos en De Niro que se han prolongado a lo largo de su carrera.
La maldad aflora en casi todos los papeles de Robert de Niro. Fue gángster bueno en Érase una vez en América (pero gángster); fue el tremendo malísimo Al Capone en Los Intocables, mafioso diferenciado en Uno de los nuestros y Casino, delincuente habitual en Jackie Brown y Heat y psicópata en El cabo del miedo.
Martin Scorsese dirigió su degeneración humana en Toro Salvaje y la degeneración de su mundo en Casino. Pero también le dirigió en El cabo del miedo, donde luce en todo su esplendor, con todo tipo de excesos.
En estos años, Robert de Niro ha interpretado a personajes oscuros, ha dado vida a vecinos de piso que chiflan o delincuentes poco habituales, siempre al borde de lo inconcebible y cercanos a la realidad, incluso fue el mismísimo Diablo comprador de almas en El corazón del ángel.
Usando películas producidas por él mismo ha intentado maquillar su imagen de hombre malvado con Historias del Bronx y La chica del gángster, con suficiente éxito de taquilla y dudosa evolución de su propio personaje. También en Ronin, dónde continuó su profesionalidad a pesar de los escándalos que rodearon la filmación, intenta hacer bondad en su papel.
En Huída a medianoche engendró un personaje de carácter rudo que esconde un corazoncillo, o simplemente un callo débil. De esta road movie parte el filón apenas explotado de los últimos éxitos comerciales de De Niro, Una terapia peligrosa y Los padres de ella (arropado por Billy Cristal y Ben Stiller, respectivamente).
La capacidad de este hombre es indudable, algunos le acusan de sobreactuación, y algo de eso habrá . Pero esa exageración de sus rasgos más endurecidos es perfecta para el papel de compañero áspero que desarrolla en las comedias.
En estos últimos 25 años, Robert de Niro ha interpretado a todo tipo de seres malvados, malignos, corruptos o corrompidos por el sistema. Hemos visto lo perverso que podemos ser, la bestia cercana en la que nos podemos convertir, ese monstruo palpitante que nos mira en el espejo.
Hitchcock nos descubrió el miedo que da la cortina del baño o una ojeada al vecindario, De Niro ha dado cuerpo a la bestia que todos llevamos dentro, mirar el espejo un rato muestra más cosas.
Y ojalá todo sea sobreactuación.
De Niro, Qué actorazo!. Un lujo de post este, un gusto conocerte, pasaré seguido!.
ResponderEliminarGracias, Pabela, por tus comentarios.
ResponderEliminarEs el actor camaleónico por excelencia, creo que lo hemos visto encarnando a todo tipo de personajes.
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