lunes, 20 de febrero de 2012

CINEFÓRUM DE SOBREMESA (porque el cine nos alimenta...)
Hoy: Bagdad Cafe, (Percy Adlon, 1987)

Resulta curioso cómo una película, cualquier película, vista en diferentes momentos de tu vida  te puede transmitir sensaciones muy distintas. Ocurre con cualquier obra, claro, lo que demuestra que una creación no está acabada cuando el autor la ofrece, y que solo se completa verdaderamente cuando es degustada e interpretada por su público. Visto así, el concepto de autoría se vuelve más complejo, surge el concepto de "común" y los derechos generados... Vale, vale, no sigo por aquí que no es el tema de hoy. Retomo:

Cuando vi 'Bagdad Cafe' por primera vez, allá por finales de los 90, me pareció principalmente una película sobre la amistad. Mejor diría una sorprendente película sobre la amistad, con componentes evidentes de cine fantástico, como ese sol duplicado que anuncia la entrada de Jasmin en ese mundo tan especial, o la llegada de una alienígena bávara caminando por mitad del desierto de Mohave, componentes reforzados por una fotografía voluntariamente irreal a base de virajes de color, encuadres diagonales, picados... Un film con una posición feminista clara, en la que dos mujeres que pierden a sus maridos (una lo abandona y otra es abandonada) luchan por encontrar su nuevo lugar en el mundo desde una situación de no dependencia que la sociedad no reconoce fácilmente. Sin embargo, revisada hoy, y reconociendo igualmente los temas que vi entonces, mi posición en el mundo, o quizás la posición que el mundo tiene con respecto a mí, me han hecho descubrir otras cosas.

'Bagdag Cafe' es sobre todo una película sobre la potencia que puede tener en nuestras vidas la construcción de comunidad, y en este sentido, es una película muy 15M.


Aviso: a partir de aquí voy a destripar buena parte de la película, así que si no la has visto... ¿Que no la has visto? Ya estás tardando, pero hazlo antes de seguir leyendo.

Jasmin (Marianne Sägebrecht) es una mujer como tantas que viene de una vida que no se sostiene, que se descompone al mismo ritmo que se inclina la cámara. Sola, en mitad de un territorio inhóspito por sus condiciones físicas y por extraño para ella, llega a un lugar en mitad de la nada, un "no lugar" que diría Marc Augé, donde la transitoriedad está marcada insistentemente por el paso de camiones que raramente se detienen unos minutos. Allí se encuentra con una bonita colección de zombis, pero decide quedarse porque no tiene ningún lugar mejor donde ir.


La reina de los zombis es Brenda (CCH Pounder), quien oculta su fragilidad detrás de muchos gritos y un carácter insoportable que pretende dar imagen de fortaleza. Pero con ella encuentra a la adolescente banal y maleducada, al hijo músico, autista e incomprendido, al dependiente indio y sumiso, al hombre de vida acabada... Todos ellos allí, con poco o nada que hacer, sin existir, soportándose mal.

La desconfianza entre las dos mujeres es evidente. Jasmin, con sus prejuicios raciales, se imagina a Brenda cocinándola en un gran perolo, como en una película de aventuras de los 40. Brenda por su parte, ve algo raro en alguien que llega andando a un lugar así, que se quiere quedar ¡y que sólo tiene ropa de hombre! Ambas, como el resto, han sido perfectamente educadas para comportarse como se comportan, son seres sociales en el sentido que entiende hoy la sociedad tal cosa.


Entonces ocurre algo no previsto. Quizá provocado por la aversión de Jasmin a la suciedad, quizá porque está sola y quiere agradar, quizá porque está aburrida, quién sabe, qué más da. Decide hacer algo desinteresado, limpiar el despacho de Brenda, y esto desencadena toda una serie de acontecimientos que van a modificar su posición en el mundo y la de los demás.

A partir de ahí, y con el Macguffin evidente que representa la caja de juegos de magia, los habitantes de la nada empiezan a atenderse, a conversar, a cuidarse, y poco a poco, las cosas empiezan a cambiar. Sobre todo son ellos los que empiezan a cambiar. A los recelos les sustituye la armonía -tanta armonía que "la ama" de los tatuajes no lo soporta-, a las peleas la colaboración, a los gritos los cuidados. Y de pronto, por arte de magia, el Bagdad Cafe adquiere la condición de lugar, de espacio donde se producen relaciones verdaderas entre personas verdaderas. Y claro, eso es tan difícil de ver y de disfrutar en nuestros tiempos, que todo el mundo quiere estar allí, aunque sea solo un rato, el suficiente para tener una experiencia de vida.


Pero se diría que al poder no le gusta la existencia de estos espacios, o al menos, en este caso, que no considera que deban ser cuidados y protegidos por encima de cualquier cosa, incluso de normativas o leyes más o menos absurdas. A Jasmin se le ha pasado su visado de turista y es por tanto una inmigrante ilegal, alemana, pero tan ilegal como un espalda mojada. Ya se sabe lo que hacemos en nuestras sociedades avanzadas con los inmigrantes sin papeles, deportación, de modo que no le queda otra que hacer las maletas y despedirse. Snif.

En ese punto la película nos da una pista falsa. Un camionero para ilusionado y se encuentra que el café vuelve a ser un espacio muerto. Pregunta que dónde está la magia y la respuesta que obtiene es "la magia se ha ido". Efectivamente, se podría pensar que la llegada del hada madrina Jasmin provocó el cambio y que su partida ha roto el hechizo. Así lo viven en el Bagdad Cafe y por eso la entronizan colgando su retrato en el lugar más visible, pero no es cierto. La magia no se ha ido, la magia se ha roto, como prueba ese boomerang que por primera vez yerra su vuelo y se estrella en el depósito. No confían en ellos mismos, en su fuerza, en su capacidad y retoman el devenir de sus rutinas, vuelven a ser seres normales, "no personas".


Pero aunque no lo vemos, a Jasmin le debe pasar exactamente lo mismo que a los que ha dejado, porque ella no es maga, ni extraterrestre, ni un hada madrina, ella es una más, de modo que decide volver allí donde están los suyos. Qué importa la ilegalidad, qué importa que la puedan perseguir, vivir merece todos los riesgos.

Preparad el pañuelo, porque el reencuentro de Jasmin y Brenda os lo va a dejar listo para el lavado. Un acercamiento lento, recreándose en el descubrimiento y contemplación la una de la otra, para finalmente fundirse un un abrazo tierno, suave, como temiendo que, como el segundo sol, sea solo un espejismo que se puede desvanecer entra los brazos.


Y entonces Rudi Cox (Jack Palance), el hombre de vida acabada recuperado como pintor en el proceso civilizatorio, se le ocurre la solución: un matrimonio de conveniencia que legalice la situación de Jasmin en los Estados Unidos. Bueno, quizás para él no es de conveniencia, quizás para ella tampoco, poco importa, lo relevante es la respuesta: "tendré que consultarlo con Brenda". Y es que Jasmin ha comprendido que su vida, como la del resto, ha adquirido relevancia precisamente dentro de esa comunidad marciana, sin renunciar a su individualidad, pero cuidando con mimo algo frágil y valioso: la magia.

Por último decir que todo esto, contado aquí de una forma tan petarda, está repleto a lo largo del metraje de un humor inteligente, recursos estéticos muy acertados y todo tipo de símbolos y metáforas que hicieron que la película de Percy Adlon obtuviera un César a la mejor película extranjera entre otros premios, colaborando a cimentar el éxito de lo que por aquellos años se dio en llamar "nuevo cine alemán".

No, no me olvido, toda la película está acariciada por una canción mítica que la hace fluir: el "Calling You" de Bob Telson. Disfrutadla antes de pasar a la entrevista con la protagonista y de empezar con los comentarios:


ENTREVISTA CON MARIANNE SÄGEBRECHT

- Al principio de la película, aparece Ud. como una visión: vestida de bávara en pleno desierto de Nuevo Méjico. Pero, ¿de dónde viene usted?
- Soy una auténtica bávara, he nacido allí pero no soy de Rosenheim como en la película. Me fue realmente difícil asumir eso y le dije a Percy: "Oye, no me puedes hacer esto, ¡ese pueblucho es un nido de fachas, es el territorio de Franz-Josef Strauss!" Pero me fui a Rosenheim para trabajar mi personaje. Prefiero vivir en Munich, que en mucho más divertido. Es el único sitio donde puedo sobrevivir. No soy realmente bávara, en el sentido de que no soy como mucha gente de ahí, encerrada en sí misma. Al contrario, lo mío es la mezcla. Encontrar y mezclar gente de horizontes diferentes y crear algo a partir de ahí. Cuando era pequeña, no conseguía asumir mi "bavaritud", decía que venía de Surinam y me encantaba Luis II porque él tampoco se sentía parte del paisaje bávaro. Era mi truco para sobrevivir. Esta aparición en el desierto no es tan rara; quedan muy pocos bávaros auténticos que se vistan como en la película y viven en una especie de Disneylandia. Son como los últimos indios de Alemania.

- No se ha orientado enseguida hacia una carrera teatral sino que empezó por ser un ama de casa...
- Mi vida es un largo viaje que aún dura. Cuando era pequeña ya hacía teatro, en la escuela. Luego me metí en la acción social, cosa de la que estoy muy orgullosa. Al principio recibía en mi casa, más o menos dos veces al mes, hacía "parties" teatrales. Invitaba a un viejo profesor, a tres punks, a un tío que había encontrado en la calle, a un estudiante. Había cada vez más gente. Yo cocinaba; platos de Surinam, claro. Al final de la comida, había músicos. Cuando llevaba un café-teatro en Munich, las cosas transcurrían de la misma forma y me preocupaba de que la gente tuviera el estómago lleno de buena comida.

- En realidad ¿el personaje de Jasmin es Ud.?
-Sí, totalmente. Unos punks de Berlín han dicho que la película es un cuento de hadas. Pero no es cierto, es mi vida. Cuando empece estos espectáculos, no era con un objetivo comercial. Luego, sí. Pero eso no impidió que me echaran a la calle tres veces. En realidad, era algo positivo porque volvía a encontrarme libre. Libre para empezar de nuevo. El año que viene, quiero estar libre para volver al teatro, volver a la Madre Naturaleza, porque es mi vida.

(...)

- En la película, tiene a Jack Palance como "partenaire", y parece impresionado. ¿Cómo fue todo?
- La primera vez que Percy me dijo que iba a trabajar con Jack Palance, creí que era una broma. Le conocía desde que era pequeña. Atila, Shane. Debo decir que me asustan los hombres fuertes paternalistas, en política también. Jack Palance tiene cerca de setenta años y pertenece aún a un mundo donde se juzga a las mujeres según ciertos criterios. Tenía mucho miedo de no gustarle, de que sólo le gustaran las niñas monas de dieciséis años. Además estaba esta escena en la cual debía enseñarle un pecho, lo que ya es difícil para mí, proque soy más bien tímida, y temía que se sintiera asqueado. Al principio no nos hablamos nada, teníamos diez días para preparar aquella escena. Y un día entró y me guiñó un ojo. Después me sentí muy bien. Es un tipo raro, su madre era apache y su padre ruso, creo. ¡Vaya un mestizaje!

- Desde Bagdad Café, ha rodado con Paul Mazursky, ¿no?
- Sí, es un verdadero milagro. Después de la película de Percy Adlon, mis amigos me dijeron: "Marianne, tienes que coger a un agente, vas a hacer una gran carrera en Hollywood", pero yo sólo pensaba en volver a casa. Estaba descansando en casa de una amiga en Santa Mónica porque estaba agotada. Percy me llamó dos semanas después para decirme que la Universal quería proponerme un papel. Empecé por inventar mil pretextos para rechazar la oferta, como que no hablaba suficientemente bien inglés, que estaba demasiado cansada, pero insistió tanto que acabé cediendo. Sobre todo cuando supe que el realizador era Paul Mazursky. Debía interpretar el papel de la hija de un viejo nazi refugiado en América del Sur.

(...)

- ¿Milita Ud. en un movimiento o en un partido político?
No, nunca lo he hecho. Vivo con mi madre y mi hija en el mismo piso, lo que ya es una rareza en Alemania. A los viejos se les suele mandar a un asilo. Sin embargo, todo funciona de maravilla desde hace diez años, con el mayor respeto las unas para con las otras. Me gusta ese clima familiar, pero también me gusta estar rodeada de gente joven. Ayudé a bastantes yonquis, a mi manera, es decir sin darles lecciones de moral, sino simplemente acogiéndolos en casa, para trabajar. Creo que debemos ocuparnos de toda la gente que está colgada a nuestro alrededor. Por eso no puedo soportar a la gente de derechas. No soporto esa legislación especial muy autoritaria en Baviera sobre el Sida, pero no me iré a Berlín como la mayoría de mis amigos homosexuales. No vamos a rehacer los años veinte. Yo no tengo miedo, nunca tengo miedo a tomar riesgos y a ir hasta el final de mis aventuras. No dudo en intervenir cuando agreden a alguien en el metro. Eso asusta a mi hija a veces. Pero considero que forma parte de mi labor cotidiana. Incluso dentro del cine. No tengo intención de aceptar cualquier cosa. No busco nada. Tengo vagamente un proyecto con David Byrne, pero no sé si se hará.

(Entrevista realizada por Marie Colmant, "Liberation", 21 de abril de 1988)

En el próximo Cinefórum hablaremos de... Fahrenheit 451

Anotamos nuestra próxima cita para el día 12 de marzo. Hemos pensado que puede estar bien repasar (o descubrir) 'Fahrenheit 451', dirigida por Truffaut en 1966. Censura, manipulación, mentes vacías, indolencia... Lamentablemente, la ciencia ficción no lo es tanto...

Ya hablamos de esta película hace un tiempo en este mismo blog, pero nos ha parecido interesante programarla en esta sección.

Os vamos a poner pocos "deberes". Como siempre, podéis consultar Wikipedia. También, para no perder la costumbre, podéis echar un vistazo a las opiniones de otros usuarios de Filmaffinity.Y para una breve reseña de esta película y otras de Truffaut, podéis dirigiros aquí.

Si no tenéis otra copia a mano, aquí os dejamos una versión doblada. Está partida en cuatro, así que tendréis que ir a la página de google e ir pinchando las sucesivas partes. De todas formas, por favor, intentad localizar una copia de buena calidad y a ser posible en V.O.S., que merece la pena.

2 comentarios:

  1. Hace mucho que la vi. Me gustó en su momento bastante. Su feminismo y el contexto están muy bien reflejados, como también dices, es mágica. Me pareció una peli muy europea.
    La canción que se repite, y aún tengo en la cabeza (vuelvo a oírla ahora después de mucho tiempo), es preciosa, fascinante. Le va muy bien a la atmósfera de la peli.

    Un saludo, Gourmet. Excelente post.

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  2. ¡Qué cinefórum más tranquilo!

    Me gusta mucho esta película. Cómo fluye todo: el transcurso del tiempo, el "crecimiento" de sus personajes, sus relaciones, su convivencia...

    Además, será porque en el fondo (o no tan en el fondo) todos somos un poco zombís, los personajes, con sus cosas buenas y sus cosas malas, me parecen estupendos.

    Un saludo.

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