lunes, 17 de enero de 2011

¿Y si hablamos de algo más que de las descargas?

Desde hace ya tiempo se viene produciendo un debate a escala global sobre el acceso a productos protegidos por derechos de autor, debate que en nuestro país ha conocido un extraordinario repunte a raíz del intento de aprobación de la conocida como Ley Sinde.

Salvo contadas excepciones, casi todas del mismo lado, que pro- ponen profundizar en el análisis de qué es hoy la cultura, cómo se produce y distribuye, cómo le afectan en lo positivo y en lo negativo las nuevas tecnologías, o qué modelos de producción cultural pueden ser sostenibles en el futuro, en la mayoría de las ocasiones asistimos a una argumentación reduccionista y pueril que podríamos sintetizar en la sentencia: "copiar es robar, y con ello matas (de hambre) a la cultura".

La frase tiene su miga porque tiene dos partes que representan premisas distintas, y que voluntaria o involuntariamente se mezclan y confunden constantemente.

Como lo nuestro es el cine nos centraremos en este arte y esta industria. Sí, arte e industria. ¿De qué hablamos? De las dos cosas claro, de industria y de cultura, pero conviene matizar ambas y no mezclarlas en un totum revolutum en función de las justificaciones que nos vengan bien en cada momento.

Es indudable que el cine casi desde su nacimiento, y desde luego desde que Hollywood se hizo su meca, es por encima de todo una industria. Quién no recuerda la famosa Guerra de las Patentes allá por el 1897. Sólo gracias al genio, la pericia, el riesgo o la autoexclusión de ciertos autores se convierte en ocasiones en algo que el tiempo eleva a la categoría de arte.

La industria audiovisual desde hace muchos años, muchísimo antes de que existiera el CD, internet y los programas P2P, viene luchando con notable éxito para que su producto tenga las mismas protecciones jurídicas que una zapatilla o una nevera, por poner dos ejemplos. Durante todo ese tiempo el término "obra cultural" no aparecía, como tampoco el de "autor", se hablaba de "producto".

Ahora algunas gentes de la cultura, que lo que en realidad hacen es darle voz a la gente de la industria, añoran tiempos pasados en los que la cosa era mejor. Yo también, la verdad, porque el terreno ganado por la industria y perdido por el usuario y el creador de la cultura ha sido mucho, aunque parece que eso no forma parte del debate. Pongámonos nostálgicos:

Recuerdo vagamente aquella primera televisión que compró mi tía, y donde pude ver mis primeras películas en blanco y negro. Mi tía no tenía dinero para comprar una tele "de marca", pero en la esquina de su calle había un señor que las montaba por componentes, mucho más económicas. Hoy algo así es impensable no solo porque no haya componentes sin marca para hacer una televisión barata, sino porque los sistemas son propietarios, generan derechos y por tanto cánones.

Recuerdo aquellas noches de verano en el pueblo de un amigo, llegaban los del cine de verano y te ponían una peli por cuatro chavos con más rayas que un traje inglés. Hoy es casi imposible porque tendrían que pagar los derechos y cobrar casi lo mismo que en el cine con aire acondicionado.

Recuerdo los cineclubs en el instituto y en las asociaciones de todo tipo donde se forjó mi pasión por el cine. Y no solo por el cine, en torno a ellos descubríamos la política, y el arte, y la vida. Hoy no puede ser, lo siento, si se te ocurre organizar algo así recibirás enseguida la llamada de la productora de turno amenazándote con todos los males del infierno.

Recuerdo los cines de sesión continua y programa doble, donde las películas tenían una segunda carrera comercial tras su estreno a precios muy asequibles. Ir al cine en aquella época era un acontecimiento social, daba incluso igual qué película ponían. Se dice insistentemente que aquello se terminó por falta de público, por la televisión, por poder ver los vídeos en casa, etc. No es cierto. A finales de los años 80, cuando ya no quedaban casi cines de programa doble, cuando ya en todas las casas había vídeo y en cada esquina un videoclub, uno de los últimos resistentes, el cine Falla de Madrid, decidió mantener el esquema de sesión continua, programa doble, entrada económica y además poner solo películas en versión original subtitulada. ¡Toma ya! El éxito fue rotundo y los llenos en los fines de semana constantes. Pero la experiencia murió no por falta de público, sino porque las distribuidoras no estaban interesadas en servir películas para ese formato de cine barato. Su negocio era el estreno, que podían cobrar caro, y después los pases televisivos y la distribución en vídeo. Quitarse "clientes" de la parte mollar del negocio era una tontería, claro.

Recuerdo haberme emocionado viendo gratis 'Nosferatu' a principios de este siglo en el "Parke de la muy disputada Cornisa", sentado en una manta, con las estrellas como techo y el horizonte como fondo de pantalla. Los vecinos que organizaban aquella lucha eran muy educados, de modo que siempre que podían contactaban con gentes de la peli que querían poner para invitarles a asistir a la proyección. Allí pude hablar con Iciar Bollaín, con Fernando León o con Pilar Bardém, entre otros. Sí, sí, con Pilar Bardem, que le parecía fantástico que una película suya se proyectase allí, aunque ahora también la utilicen a la pobre para dar voz a otros intereses. A ella le parecía estupendo, pero a la industria no, claro, así que tampoco se os ocurra hacer algo así hoy, porque lo más probable es que se os presente la policía, os secuestre todo el equipo y os detengan.
Sí, hace menos de diez años,  y ningún director o actor al que se le hacía la propuesta mostraba la más mínima reserva, muchos se entusiasmaban con ella. No creo que en tan poco tiempo hayan cambiado su forma de entender la cultura, estoy seguro que hoy, como entonces, una cosa así a la mayoría les parecería muy bien, pero es que hoy tienen su voluntad secuestrada, y no es de extrañar. Al poco de aquello, en este y otros saraos de similar pelaje, empezaron a recibir presiones de sus productoras y distribuidoras, y las lentejas son las lentejas.

Recuerdo el año pasado, cuando las gentes que organizan la Muestra de Cine de Lavapiés quisieron programar de forma gratuita películas de Carlos Reygadas e Isaki Lacuesta.
Contactaron con ellos y les pidieron permiso para la proyección, que ambos dieron gustosos. Pero no pudo ser, las distribuidoras dijeron que quién narices eran los autores para dar el permiso cuando las "propietarias del producto" eran ellas.

Exacto, se cierra el círculo, "propietarias del producto", ni más ni menos.

Entonces parece claro, ¿no?, de lo que se debería estar hablando es de una reconversión industrial de un sector que se ha quedado claramente obsoleto, principalmente por el desarrollo de unas tecnologías creadas por el propio sector o por sectores hermanos. Pero entonces ¿cómo ha llegado la cosa a ser asunto del Ministerio de Cultura? ¿Por qué ha sido necesario introducir la segunda parte de la sentencia que poníamos al principio?

Pues por una combinación de factores. Hasta no hace mucho como hemos visto no les era necesaria la justificación para ir ganando terreno en la privatización absoluta de la cultura. Pero entonces llegaron internet, nuevos soportes, nuevas tecnologías y la copia sencilla, generalizada y no muy fácil de perseguir. Todo esto además llegó demasiado pronto y demasiado rápido, antes de que el avance hacia la equiparación del producto cultural con cualquier otro producto industrial fuese completa.

La primera parte de la sentencia dice "copiar es robar". Ante esto los que nos oponemos a la Ley Sinde, y en general a las políticas restrictivas de protección de derechos decimos "copiar no es robar, y así lo han dicho insistentemente los tribunales etc. etc. etc". Gran problema, porque este es el único sector industrial (creo) en el que copiar de momento no se considera robar. Si a un agricultor se le contamina su campo con una semilla registrada de Monsanto ya no puede utilizar la simiente de su cosecha para nuevas plantaciones, porque está robando. Si un trabajador casi esclavo de cualquier país del tercer mundo se le ocurre copiar el modelo de la zapatilla de marca que se pasa catorce horas manufacturando, para sacarse un sobresueldo que le permita comer, es indudable para la legislación internacional, está robando.

Son dos ejemplos extremos y que no intento para nada equiparar en importancia, trascendencia o necesidad del que hace la copia con una descarga de internet. Pero precisamente por lo extremo son muy indicativos de hasta qué punto y bajo cualquier circunstancia, para la industria en general copiar algo que está registrado es literalmente robar.

Pero claro, para su desgracia y nuestro goce hasta ahí no ha llegado todavía la industria cultural. Si no lo han hecho desde luego no es porque no hayan querido, si la cosa fuese tan fácil como publicar una ley estábamos listos. Pero no, para que la cosa sea realmente operativa hay que controlar medios, principalmente internet y eso, como se está viendo, tiene miga, porque la gente se rebela.

Ya no sirve la sentencia porque los mecanismos habituales para imponerla no son suficientes y la justificación en sí misma no es asumida por muchas gentes. Para éstas, entre las que nos encontramos, no es éticamente justo equiparar la copia al robo por mucho que lo diga la legislación internacional, ni en el caso del agricultor, ni en el del obrero que hace zapatillas, ni en tantos y tantos otros que son perseguidos y penados.

Entonces, para imponer medidas especiales que les permitan avanzar en la mercantilización y privatización absoluta de la cultura es necesario primero convencer, y ahí aparece la segunda parte de la sentencia, la justificación del despropósito que intenta hacernos ver que no se trata sólo de intereses comerciales, sino de la protección de un bien superior: La Sacrosanta Cultura. JA JA JA.

Pues vale, hablemos de muerte y de cultura, y de cómo recuperamos tiempos pasados. A ver cómo hacemos para recuperar las tertulias en torno a Godard, y poder hablar con Pilar Bardem viendo una peli suya gratis, y organizar una fiesta en un solar con 'The Rocky Horror Picture Show', y que sea rentable un cine en el que nos podamos pasar cinco o seis horas por tres euros, y sobre todo, recuperemos la posibilidad de ver 'Nosferatu' bajo las estrellas. Porque todo eso ya nos lo han robado, y creo yo que mucho bien no le han hecho a la cultura.

Apostillas:

Que quede claro, consideramos que lucrarse con la obra creada por otro no es lícito y debe ser perseguido.

Igualmente consideramos que los autores tienen todo el derecho a cobrar y vivir de su trabajo, y que por tanto hay que buscar las formas para que puedan hacerlo de forma justa.

Pero una obra cultural no es lo mismo que una zapatilla de marca. El acceso a la cultura es un derecho universal que no debe verse limitado, entre otras cosas, por situaciones económicas, intereses comerciales o mercantiles. La distribución e intercambio de forma gratuita y sin ánimo de lucro de obras culturales es lícita y no debe ser perseguida ni penalizada, como viene ocurriendo desde hace muchos años.

24 comentarios:

  1. Me ha encantado tu articulo. Felicidades por la page. Los sigo desde facebook.

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  2. Jo! Me acabo de leer uno en el blog de Desclasado sobre lo mismo (no escrito por él). A la tarde me leo este, que si no es un atracón. De todas formas, creo que te puede interesar el texto que ha puesto en su blog: AQUÍ
    Un saludo.
    Luego paso.

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  3. Ya lo conocíamos David, y de echo también está enlazado en el texto. De lo mejor que se ha leído últimamente sobre el tema.

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  4. El tema es complejo y la solución ha de pasar irremediablemente por un cambio profundo de mentalidad adaptado a los tiempos que corren. Está claro que el miedo de los poderosos ─productoras y distribuidoras, principalmente─ a perder gran parte del pastel que se han venido comiendo a boca llena les está inquietando, pero de momento no me convencen ninguna de las soluciones o medidas que se han ido adoptando. Entre otras, no me hace la más mínima gracia tener que pagar no uno sino varios cánones (grabadora, soporte, etc.) por grabar mis fotos del verano pasado en un CD. Yo no tengo la solución y aunque la tuviera no la daría aquí tan a la ligera. Que me paguen por ello. ¿No se reduce todo al dinero...?

    Interesante debate el que abres con tu entrada, GCPG. Esperemos que la solución que se adopte en un futuro sea sensata. El miedo, de momento, no es buen aliado.

    Un abrazo.

    PD: Mucho me temo que será el usuario de a pie quien acabe sufragando todas las "pérdidas". Si no es por un lado es por otro, pero esto al final se lo cobran. No hay más que ver el salvaje incremento de las tarifas eléctricas por poner un ejemplo...

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  5. Hace 20 soñaba con tener libre acceso a todo ese cine, música o lecturas (y no me refiero a la publicación rosa) al que no podía acceder por problemas de distribución, por estar descatalogado, porque no se reproducía en los medios de comunicación o por los naturales problemas económicos de un joven bachiller.
    Hoy en día internet ha convertido en realidad mis sueños y tengo acceso a toda esa cultura que antes me era negada, de hecho tengo acceso a mucho más de lo que puedo digerir.
    Soy un hombre afortunado y me siento absolutamente privilegiado. Puedo acceder libremente a la cultura. Sin restricciones mercantilistas, económicas, legales, sectarias, políticas... decido yo mismo lo que quiero desayunar, comer y cenar en mi plato cultural y no otros.
    Que esto siga así, que no lo amenacen políticos, multinacionales o legisladores. Si la industria tiene que abrir nuevos mercados o aportar soluciones imaginativas a los problemas que les platea una nueva era, que lo hagan, pero sin castrar nuestro derecho al libre acceso a la CULTURA.
    Un cordial saludo y sinceras felicitaciones por la entrada monsieur le Gourmet.

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  6. Y lo peor de todo, como bien apunta el artículo (estupendo, me ha emocionado no sabes cuánto), es que lo hacen utilizando en su estandarte palabras grandes: Cultura, Libertad, Derechos, Autor... ¡Grandes palabras llenas de vacío! Y esas palabras, cuanto más vacías, más pesan.

    Las soluciones, como bien apuntan todos, no son fáciles ni es este el lugar para apresurarse a soltarlas. Requieren mucho debate, claro está, pero obviamente si los debates los organizan los "invitados" a la cena-sinde, poco hay que debatir. Que les siente bien el atún rojo...

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  7. Maravilloso artíuclo cargado de razón. Enhorabuena, porque por lo que ellos luchan no es la cultura, eso ha quedado muy claro.

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  8. Pues sí, toda la razón, la industria está ahí tapada y comiéndonos el terreno desde hace mucho tiempo. Ellos a lo suyo, que desde luego no es lo nuestro.
    Y luego están los creadores y trabajadores de la cultura. Unos, algunos de los de más éxito, batallando por defender su situación de ¿privilegio? Algunos, puramente currantes, seguramente acongojados porque ven peligrar su medio de vida y no ven claras las alternativas posibles. Otros, también currantes, explorando ya otras formas de distribución de sus obras de forma más libre. También los hay, por miles, absolutamente precarizados por los tapados de la industria, y con pocas posibilidades de expresión fuera de la red, porque los canales más institucionalizados no están interesados en que se les escuche.

    Me uno a la propuesta de Amador que podéis leer aquí, es más que evidente que se necesita un debate abierto sin la presencia de la industria.

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  9. Interesantes reflexiones, Gourmet, en un tema realmente complejo y no me refiero a esa proposición de ley chapucera técnicamente lamentable y jurídicamente insostenible que la ministra dedada pretendió colocar como polizonte en un marco que nada tiene que ver, costumbre muy habitual, por otra parte, en estos pagos desde hace tiempo.

    Buen apunte en la confusión -más bien fusión interessada- entre cine-cultura y cine-industria que difícilmente pueden disociarse como conceptos unívocos, pues el Séptimo Arte es el más caro de conseguir, superando con creces a la Arquitectura.

    El problema es que cada vez es más caro y menos rentable y la industria, torticera, regida por economistas (por decir algo) que nada saben de cine, trata de apoyar en los hombros del espectador los fallos garrafales de tantas producciones que han abocado a la quiebra a alguna compañía, finiquitando con la maldición del intercambio de obras de arte digitalizadas, cuando perfectamente podría sacar rendimientos si supieran hacer su trabajo.

    Mención aparte tienen "los pobres obreros" de este nuestro país, tan acostumbrados a vivir de las subvenciones, alzando la ceja escandalizados ante la invasión en el coto cultural del pueblo llano, quejándose de forma risible e ilusoria porque lo cierto es que las películas españolas apenas si tienen lugar en las listas de intercambios, porque ni siquiera gratis la gente quiere verlas.

    Leído que ha sido el artículo que referencias, me quedo con la idea del miedo por ignorancia porque creo a pies juntillas que todos esos "artistas en peligro" seguramente ni saben bien de lo que hablan y tan sólo temen perder su privilegio.

    De su continuación, la moratoria, diré que me parece craso error, porque aplazar significa aceptar más tarde y lo que están tratando de ordenar, como he dicho al principio, es una chapuza irregular y seguramente anticonstitucional.

    Buena idea sacar el tema a la palestra: cuanto más se hable de ello, antes se podrá hallar una solución que contente a todos.

    Saludos.

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  10. Un tema bastante controvertido.
    Al menos desde mi perspectiva, a veces, el compartir libremente promueve mi trabajo.
    Entiendo sin embrago a aquellos que tienen inversión involucrada y que requieren de una remuneración, de ver devuelto su dinero. Sin embargo, resulta también que tanta gente quiere subirse al barco que terminan por hundirlo. Y los costos terminan elevándose estratosfericamente, lo que produce de alguna forma un círculo vicioso, pues estos costos orillan al público a conseguir el producto de una forma más barata y de la misma calidad.
    Completamente mi opinión, pero gracias por la atención. Un saludo y un muy fuerte abrazo.

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  11. No se si solo eres ignorante o algo mas. En cualquier caso, eres una buena muestra de los que hablan de cultura sin tener ni puta idea. Ignorante amigo, en los cine clubs no eramos piratas asquerosos insensibles hacia los que hacian posible las peliculas que nos gustaban. Pagabamos religiosamente el alquiler de la pelicula a la distribuidora que arriesgaba su dinero en traerla, doblarla o subtitularla, hacer copias, etc. Te lo dice alguien mayor, que lo sabe por propia experiencia. De hecho, la mayor parte de las que hacian cine que valia la pena sobrevivía gracias a nosotros. Ahora cierran porque un montón de chorizos como tu, que ni saben lo que es el cine ni como funciona la industria, alquilan el dvd o lo descargan y lo proyectan sin pagar. O pero aun, como le ha pasado a un amigo: lo proyectan cobrando en un salon de un ayuntamiento y sin pagar a nadie.

    Gente que confunde una película con un simulacro de mierda que "ve" en una pantalla de ordenador

    Lo mismo ocurria con el cine de verano, pagaba religiosamente lo que costaba el alquiler de la pelicula.

    Ser ignorante tiene remedio, ser ¿como te califico sin insultarte? y dejar por escrito pruebas de ello no

    Curate, deja de escribir sandeces, apuntate a un curso de realidad en que te expliquen lo que tienes que saber y hasta que no lo pases, no te atrevas a escribir. Te retratas, tio. Y da verguenza, mucha verguenza ajena. De hecho no he podido leer el comentario completo del asco que me da la prepotencia combinada con la ignorancia.

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  12. Bueno cineclubista, no te alteres, que te va a dar algo.

    No sé qué cineclubs habrás frecuentado tú y a qué te refieres con "pagábamos religiosamente el alquiler a la distribuidora". ¿Pagabais los derechos de exhibición? Porque desde luego a los que yo he asistido, como decía en el instituto, asociaciones, luego en la universidad, no tenían recursos para pagar derechos de exhibición. Sí, claro, pagaban el alquiler de la cinta, y por tanto algo le llegaba a la distribuidora, pero eso ya no es suficiente, porque consideran que es una exhibición pública y por tanto te piden más dinero para no denunciarte. Consecuencia: se acabaron los cineclubs.

    En cuanto a proyectar cine gratis, tienes todo el derecho a estar en contra, pero lo que es seguro es que mucha gente de la cultura, famosos y no famosos, no lo veían en absoluto mal hasta hace muy pocos años.

    Dices que soy ignorante... (bueno no, algo peor que no quieres calificar) y que no conozco la industria. Tienes toda la razón, no tengo ni repajolera idea de la industria, ni demasiado interés en conocerla. Prefiero hablar de cultura.

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  13. ¡Pero hombre gourmet, ¿cómo dices que se acabaron los cineclubs?, si hemos encontrado a alguien que verdaderamente sabe de esto.

    Seguro que cineclubista nos monta uno estupendo en breve y podemos repasar la filmografía completa de Godard, como homenaje a esta entrada. Seguro que sabe de algún espacio que le cedan gratis para hacer la proyección y reunirnos... ¡Dios, he dicho gratis! Lo siento de verdad, cineclubista, no quería ofenderte, seguro que alquilas la sala, que todo cuesta dinero.
    Si hay que pagar se paga, por supuesto, pero no más de tres euros o así... Aunque no se que será peor, porque si se cobra entrada el coste de los derechos de la película se incrementa considerablemente... Pero bueno, eso que lo juzgue cineclubista, él alquila la sala, alquila el equipo para la proyección, compra los derechos de exhibición y las diferencias entre ingresos y gastos las cubre de su bolsillo.

    ¿Vale cineclubista? Tú avísame cuándo es la primera proyección, que yo me apunto.

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  14. Entrar en un sitio insultando te descalifica, cineclubista. A lo mejor, tienes algo que decir... Si aprendes a decirlo bien, tal vez te escuche.

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  15. El único problema que yo tengo es que no sé de cuál definición de "cultura" hablamos. Hay tantas... y descalificar el post de alguien partiendo de una definición que por ser subjetiva en sí misma es relativa, me parece un poco absurdo.

    Uno es el que se encuera con lo que escribe.

    Por otro lado, aquel que dice saber más de un tema, por lo general es el que no sabe. (conozco a a tanta gentee en la industria del cine de mi país que lleva más de 20 años en esto y no ha pasado de ser un simple jalacables).

    Pero igual, nadie tiene derecho de imponer sus ideas sobre la de las demás.

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  16. Como bien reza el lema de tu blog, de Kurosawa. Gracias por tus palabras, cine signo.

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  17. Es uno de esos temas en los que se escuchan dos opiniones y las dos son ciertas. Todo consistiria a mi entender en encontrar un equilibrio entre que los autores puedan mantenerse dignamente con su trabajo y que todos tengamos acceso a la cultura en base a nuestros gustos y nuestras posibilidades, pero quien le pone este cascabe al gato.

    En cuanto a la imágen de la que hablas en mi blog es toda tuya como lo es mia, porque la encontré en internet y no pude descubrir al autor del que me gusta poner el nombre en todas las ilustraciones que forman parte de mi bitácora.

    Gracias por visitar mi casa, como regalo de bienvenida un poema de Carlos Marzal en mi voz, pincha en: pluscuamperfecto de futuro

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  18. Una historia... para los que consumimos cultura, y no somos creadores, la cultura es sólo cultura, mientras que para los creadores la cultura no sólo es cultura sino industria; después de todo ellos quieren vivir de su trabajo, y están en su perfecto derecho de reclamar lo que creen que le pertenece (y yo soy el primero en aprovecharme de las nuevas tecnologías para gastar cultura), e incluso de ganar mucho dinero. Después de todo vivimos en el mundo que vivimos, en un capitalismo donde lo que más interesa, en apariencia y en algunos casos, es el dinero... pero estos creadores también tienen que tener en cuenta que los medios de distribución de esa cultura también han cambiado. Lo que digo yo, entonces, es que se puedan seguir usando estos medios y que se pague algo, pero lo justo (no los precios que se venían pagando hasta hace poco por comprar, por ejemplo, un ahora desfasado DVD, precios que eran una coña... cultura para ricos, se podía decir<) para que se pueda seguir viendo cine o escuchando música o leyendo un libro descargado, etc etc. Un saludo y buena exposición.

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  19. Como dice Josep en su interesante comentario, el tema es complejo. Lo que apuntas de cine-cultura, cine-industria está muy bien. Lo del cine Falla me parece muy triste, como las otras cosas que comentas y dejan bien claro de lo que estamos hablando (aunque cineclubista lo vea de otro modo).
    A mí, más allá del debate que pueda generarse, el post me ha gustado mucho. Sobre todo ese momento en el que dices "las distribuidoras dijeron que quién narices eran los autores para dar el permiso cuando las "propietarias del producto" eran ellas."
    Ya he visto que tu segundo enlace era el que te recomendaba. Ya puedes perdonar, pero es que vine, vi de qué iba (su extensión... que no sueles hacer entradas cortas ;-) ) y como te dije, acababa de leer el otro y por eso te pasé el enlace (metedura de pata mía).
    Un saludo.

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  20. Por cierto, mi opinión sobre esto de forma más extensa en este otro enlace

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  21. Retomo este hilo porque me he encontrado unas declaraciones muy esclarecedoras después de la polémica dimisión de Alex de la Iglesia.

    Lo que viene lo dice la Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales Españoles (Fapae) en un comunicado urgente emitido tras la comentada dimisión, y en el que le piden de la Iglesia que reconsidere su postura. A pesar de reconocer su labor y bla bla bla, están evidentemente muy satisfechos con la ley aprobada y bla bla bla... y ahora la perla textual:

    "La no equiparación de la propiedad intelectual a otras propiedades está causando daños irreversibles en la industria audiovisual, como ya ocurrió en la de la música y podría ocurrir en la del libro"

    Más claro el agua.

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  22. Imagino que muchos lo habréis leído ya, pero por si acaso, os dejo el enlace a este artículo de Rodríguez Ibarra que ha aparecido hoy en El País. La verdad es que me ha sorprendido gratamente.

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  23. Pues no lo había leído (ya sí). Interesante reflexión de alguien que, desde hace mucho tiempo, no se expresa según las pautas de un partido político. Al menos, dirige el debate hacia donde debe centrarse, y alude a los ministros que deberían propiciarla, debatirla y consensuarla.

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  24. Jolín el Ibarra, qué atinado que ha estado el hombre. Anda que no le van a caer palos. Y anda que le va a importar mucho.

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