Tengo que reconocer que siento cierta debilidad por las películas que de alguna forma tienen planteamientos antisistema, qué le voy a hacer. Esto no quiere decir que con eso ya me vayan a gustar, pero sí que me ponen receptivo. Que me ponen, vaya. Así que me encontraba leyendo una reseña de 'Buried', la última y alabada obra de Rodrigo Cortés, cuando descubrí la existencia y el tema de 'Concursante', su primer largometraje. Evidentemente no paré hasta conseguirla, claro.
La película nos cuenta la historia de Martín Circo Martín, nombre circular, como la trama, y también como la presencia del sistema en la crítica del sistema... Vaya, ya me está pasando como al propio Martín y me estoy adelantando a los acontecimientos.
Empecemos por el principio.
Empecemos por el principio.
Decía que nos cuenta la historia de Martín, eficazmente interpretado por Leonardo Sbaraglia, profesor de historia de la economía que con el conocimiento banal y enciclopédico que tiene sobre su materia, gana el gran premio en un concurso de televisión. Nada menos que tres millones de euros, o lo que es lo mismo, 500 millones de pesetas. Pero eso sí, no en metálico sino en todo tipo de propiedades y objetos que van desde una mansión, un yate, una avioneta, coches, motos y así descendiendo en la escala del consumo hasta las cosas más inútiles que nos podamos imaginar.
Martín de la noche a la mañana es rico y su novia, una codiciosa y consumista joven interpretada solo aceptablemente por Miryam Gallego está feliz. Solo hay un problema, no tienen dinero, así que hacen lo que cualquier mamífero con telencéfalo altamente desarrollado y pulgar oponible haría en su lugar, pedir un crédito al banco... por aquello de tener algo de liquidez y que se note que son ricos, y para ir pagando los gastos de matriculaciones, seguros, atraques, etc.
Creo que me he liado otra vez, no he dicho algo importante. Rebobino. Martín está muerto. Sí, está muerto, aplastado por una piedra y aferra un maletín con su mano. Es desde su muerte, con la que arranca la película, desde donde nos cuenta su peripecia.
Ahora creo que ya puedo seguir sin que se me olvide nada importante. El caso es que son felices, ya tienen dinero porque el banco evidentemente les da el crédito y entonces llega la fatídica carta de hacienda, que somos todos, pero como decía aquel, unos más que otros (los otros son las SICAV, por ejemplo), en la que le dicen a Martín que en su próxima declaración de la renta tendrá que pagar impuestos por ese incremento patrimonial de 500 millones de pesetas. ja ja ja. ¡qué risa!
Y ahí empieza el auténtico concurso de Martín, que en realidad no tiene dinero sino cosas, y que gracias a su buena fortuna debe muuuucho dinero.
Poco más puedo decir sin destripar la película, tan solo que en su búsqueda se encuentra con un autoexcluido social fenomenalmente interpretado por Chete Lera, que es el que le explica, y nos explica, cómo funcionan las cosas en este mundo, es decir, resumiendo mucho: mal. El excluido le da una lección del funcionamiento de la economía al profesor que... Y hasta ahí puedo contar.
Narrada en clave de comedia que podríamos llamar ácida, con el doble significado que le podemos dar al término, el del limón y el del LSD, en ocasiones escuece y en otras es espídica. Es una fábula con su moraleja y todo, y claro, como cualquier fábula que se precie la mala es una bruja; el experto en finanzas, un payaso; la princesa, guapa pero bastante egoísta; los esbirros, malencarados; el amigo, un poco tonto pero bonachón; el mago blanco, barbudo y gruñón; hasta hay una anciana que se alimenta de rayos catódicos. Personajes arquetípicos y por tanto más falsos que un duro de chocolate, pero es lo que tienen los cuentos. ¿A alguien no le gusta 'El Mago de Oz'?
Si de algo se puede acusar a la película es de excesiva. Está claro que Rodrigo Cortés ha visto mucho y además le ha aprovechado, no todos podemos decir lo mismo. Domina las diversas técnicas y planificaciones, consigue imágenes bellas, planteamientos interesantes, derivaciones atractivas. El caso es que quizás por ser su primer largometraje lo quiere usar todo, desde referencias a clásicos evidentes, como ese protagonista y narrador de su peripecia con cuya muerte se inicia y cierra la película, al igual que el Joe Gillis de 'Sunset Boulevard', o el paralelismo de la secuencia del ajedrez con el mar al fondo con 'El séptimo sello' de Bergman, pasando por todo tipo de recursos de creación publicitaria, videoclips, videocreación, surrelismo, fotomontaje, artes plásticas, narración acelerada típica del documental antisistémico tipo 'Zeitgeist', o discurso encadenado y satírico que recuerda a 'La isla de las flores', desorden cronológico, o composición cubista, para algunos hallazgo de 'Memento', como si no existiese, por ejemplo, la comentada por aquí 'Lola Montes'. Y así podría seguir y seguir, color y blanco y negro, cámara en mano y todo tipo de grúas y planos elaborados, cámara lenta y montaje sincopado...
¡Uf!, me agoto. Y en cierto modo eso es lo que también pasa en la película, y lo que de alguna forma justifica su variedad de estilos. La narración hay veces que adquiere una velocidad tal, que lo cierto es que no vienen mal esos descansos puramente estéticos. Nos dan el tiempo para respirar, relajarnos, rumiar lo que se nos ha contado hasta ese momento y tomar fuerzas para el siguiente ataque de estrés.
Hay otra interpretación posible a tal despliegue, o paralela, que leí por ahí y que me pareció muy acertada. La película, no sé si lo he dicho, trata sobre las maldades del capitalismo, y como él es desordenada y oportunista, todo le vale si contribuye a sus intereses. A mi me parece que sí que contribuye, aunque también creo que si hubiese sido la sexta película del director, sin haber renunciado a ese planteamiento collage, lo habría medido algo más. Pero hay para quien éste es su mayor defecto y le achacan que entorpece lo narrado. En cualquier caso es indudable que se trata de una apuesta arriesgada, brillante y novedosa en nuestro cine patrio, tan necesitado de salir de algunos de sus corsés.
Por último, decía al principio que al igual que el guión, (por cierto, también de Rodrigo Cortés, ¿lo había dicho?) y el nombre del protagonista, la película era circular en otro sentido. Crítica abierta e inteligente del sistema, está plagada de marcas comerciales de las que pagan por salir. Y no solo eso, sino que cuando llegan los títulos de crédito descubrimos lo evidente: ¡está financiada por dos bancos! Genial lección. Claro, al sistema le vale todo y no duda en financiar una película que lo pone a caer de un burro si ve que con ella puede hacer negocio. Y por otra parte los autores de la crítica al sistema recurren a él para producir la crítica, de manera que al mismo tiempo engordan al bicho.
Tengo que deciros que desde que vi la película no he parado de recomendar su visionado incesantemente. Y no es porque me parezca extraordinaria, aunque sí buena, sino porque en los tiempos que corren, de crisis y medidas correctoras diarias que están en boca de todos, creo que es muy útil para empezar a liberarnos de algunos velos mentales con los que nos han ido arropando sutilmente. Así que hale, si tenéis oportunidad vedla y luego me contáis.
Interesante visión la tuya de esa ópera prima que repasé hace un tiempo y que me refrescas en la memoria: coincido en que sobre una buena idea, adolece de bisoñez expresada como la imperiosa necesidad de colocar en pantalla "todo" lo que su autor lleva pensando desde que decidió estudiar cinematografía y no sabe elegir, cayendo en el usual defecto del exceso.
ResponderEliminarDe todas formas, una película muy interesante y de las que se pueden recomendar de nuestro cine.
Saludos.
Seguí la recomendación y la vi este fin de semana.
ResponderEliminarCoincido con vosotros en que peca de exceso en el uso de ciertos recursos. Pero teniendo en cuenta que es su primer largo, y que el conjunto es notable, no se lo tendremos en cuenta.
Rodrigo Cortés ya apuntaba maneras en sus cortos. Recuerdo que el archipremiado "15 días" (más de 50 premios) es suyo.
"Concursante" es un bofetón al sistema, como bien dices, narrado como una especie de fábula. Y ya se sabe que las fábulas y los cuentos muchas veces son una vía para contarnos las cosas más duras.
Recomendable. No es una obra maestra, pero creo que hay que verla.
Y por cierto, enorme Chete Lera.