La última cinta del director manchego es una mezcla de drama romántico con tintes melancólicos que funciona solo a ratos, siguiendo la tendencia de sus ultimas películas (salvando Volver) Almodóvar consuma un tedio y fallido intento por atrapar al espectador en una historia falta de ritmo y de continuidad con demasiados flashbacks forzados que en mi opinión nada contribuyen a que el espectador se sumerja en la historia. Continúa siendo demasiado recurrente en sus artificios y recurre a los guiños de su película fetiche, Mujeres al borde de un ataque de nervios, para intentar mitigar o no sé si decir solapar en la medida de lo posible, el “gazpacho” aguado que nos sirve en esta ocasión. El único ingrediente con consistencia lo aporta en un plano secuencia la aparición de Carmen Machi que está llamada a ser una de las grandes comediantes de este país. El resto del elenco me parecen demasiado planos: un Lluís Homar descafeinado, una Penélope Cruz falta de la frescura que le hemos visto en las cintas de Volver y Todo sobre mi madre, de Blanca Portillo solamente puedo decir que está correcta. Ni siquiera se salva en esta ocasión la banda sonora que están especialmente cuidadas en las cintas de Almodóvar, aquí pasa de puntillas por nuestros oídos sin arrancarnos un solo sentimiento que no sea el de indiferencia.
El principal defecto de la peli radica en ser demasiado pretenciosa, con referencias a películas claramente superiores, Pedro se pavonea por el precipicio al parafrasear a Viaggio in Italia: “Te querré siempre”, o guiñar al Ascensor para el cadalso o Fanny y Alexander… ¡qué más querrías tú! En definitiva, habrá que esperar la próxima peli del otrora prolijo manchego, para ver si resucita de sus ultimas apariciones “pseudosnobs” y es que cada vez parece más un nuevo rico que quiere impresionarnos con sus medios técnicos que con su talento.
Pese a ser denostado, copnfieso que no entiendo qué ve todo el muindo en las pelis de Almodovar.
ResponderEliminarSaludos
De denostado nada, Josep. Menuda historia rebuscada que se ha sacado de la manga Pedrito... pufff!
ResponderEliminarPues sí, rebuscadísima. Al manchego le vendrían bien unas vacaciones para volver a ver el mundo algo más sencillo de lo que plantea.
ResponderEliminarCoincido con vosotros en que no le ha quedado redonda. Coincido también en que lo que más me ha gustado de la peli es la secuencia de la Machi, e intentaré explicar por qué creo que es lo que mejor funciona.
ResponderEliminarEn esta secuencia Almodovar sabe lo que quiere contar, tiene poco tiempo y por lo tanto va al grano. Se olvida de artificios, de planos "artísticos" (hay que ver la de pies que salen en la película), de movimientos de cámara bamboleantes y se limita a mostrarnos a dos personajes que cuentan algo. Consigue que nos olvidamos de él y que nos atrapen los personajes y la hilarante historia, ergo ahí hay un director. En el resto de la película la presencia evidente del manchego es casi constante, yo me pasé todo el tiempo pensando "hay que ver lo que ha aprendido, mira que plano reflejado en el armario, y el primerísimo plano del ojo, y los pies otra vez, y, y, y,...) Un ejercicio y un dominio de la leche, pero yo soy más de Ozu, o de Bergman.
No coincido en lo de los flashback, creo que de forma sintética y efectiva nos presentan la historia de los personajes.
Y en cuanto a los actores, destacaría la aparición de Ángela Molina, que me pareció de lo más convincente de la cinta.
Una anécdota. Poco después de ver Los abrazos rotos volví a ver Caravana de Paz, de John Ford. Me llamó la atención la cantidad de planos de pies que salen, y me acordé de la peli de Almodovar. Madre mía, qué diferencia. Los planos de Ford son preciosos, claro, pero además siempre tienen un por qué, cuentan algo: el esfuerzo de empujar un carro, la precariedad de un entablado improvisado para un baile... Los de Almodovar se quedan en la estética, podían ser lo mismo de codos, o de nucas...
Ya sé, la comparación es muy injusta, quién soportaría un cara a cara con el maestro...